Me gustan los entornos de investigación, aunque no sean perfectos. Hay alguna gente mala, más un montón de gente buena que ocasionalmente hace cosas malas porque sólo pueden concentrarse en una sola cosa a la vez, o en pos de alguna de sus propias metas. De todas formas, las cosas malas son una pequeña parte de que la vida de un investigador.
Es como Barcelona: es una ciudad genial, pero hay carteristas. No dejo que eso me distraiga del hecho de que es una ciudad genial. Eso no significa que no crea que los carteristas son malos, ni que esté de acuerdo con lo que hacen, ni que los considere algún tipo de mal necesario. Simplemente significa que no dejo que definan mi experiencia de la ciudad.
Para disfrutar de una vida de investigador, uno necesita enfocarse en lo que importa, levantar la voz cuando sea necesario, no tomarse las cosas personalmente, y saber perdonar y olvidar. Darle demasiadas vueltas a las cosas malas sólo arruina la experiencia.