The Trap (2007) es el primer libro del periodista Daniel Brook. La principal tesis del libro es que la generación de jovenes profesionales de esta década, al buscar trabajo, ya no tienen una opción real entre venderse al mejor postor o perseguir su propia realización. La decisión ahora es más bien entre venderse o hundirse.
Parte de la explicación es el aumento del costo de bienes que hasta hace poco eran mucho más asequibles. Muchos críticos hablan sobre lo poco esforzada que es nuestra generación que no vivió las carencias de la primera mitad del siglo XX. El autor de The Trap se pregunta entonces por qué antes una familia podía tener casa, educación para sus hijos y salud con solamente el trabajo del padre, mientras que ahora muchas parejas con dos sueldos evalúan que simplemente no pueden permitirse tener un hijo.
En Estados Unidos y en otros lugares del mundo, nuestra generación está obligada a trabajar a tiempo completo, y marcha forzada para conseguir lo que en un pasado sido considerado "básico" en otra época, como un techo y un mínimo de protección social. La fórmula 8 horas + 8 horas + 8 horas = 24 horas (trabajo + descanso + tiempo libre) simplemente está obsoleta y las 8 horas de tiempo libre se reducen enormemente. Una educación de elite no garantiza nada: muchas familias además viven un estilo de vida que es marcadamente más modesto que la educación que recibieron. Esta es la razón del éxito de IKEA y otras marcas, que ofrecen productos de diseño para las masas, para consumidores que tienen gustos mucho más exquisitos que lo que realmente se pueden permitir.
No solamente el encarecimiento en el precio de la vida genera menos opciones. Un esquema de sueldos tipo "el mejor se lo lleva todo" premia de acuerdo a la posición y no al performance. En muchas profesiones, la brecha de sueldos entre el mejor y el segundo mejor es enormemente mayor que la brecha en la calidad del trabajo de cada uno. Las carreras profesionales se transforman en loterías en que la enorme mayoría acepta sueldos muy pequeños bajo la promesa deslumbrante del sueldo que reciben los que están en la cima de la escalera. Y como toda lotería, imprimir más boletos de lotería (atrayendo más gente a dichas profesiones), simplemente genera más perdedores.
Al final, el pago que se recibe es proporcional al interés que tiene el gran capital en nuestro trabajo, no al bienestar social que produce ni a las credenciales de quien lo realiza. Por ejemplo, por definición todos los abogados reciben la misma formación, y la brecha de sueldo entre un lobbista de una gran corporación y el resto de sus colegas no es explicable sino lo vemos en un contexto de servilismo frente al poder. ¿Por qué en USA un trabajo en una corporación puede pagar USD $70.000 más al año que un trabajo en una organización sin fines de lucro? ¿Qué están comprando esos USD $70.000?. Están comprando tu alma.
Que haya individuos que puedan elegir "no venderse" es muy importante. Claramente es deseable que los mejores cerebros puedan dedicarse a tareas que generen mayor bienestar social, que no todos los individuos más productivos de cada profesión necesariamente trabajen para fines privados. El servicio público en el gobierno o en una organización sin fines de lucro puede verse enormemente beneficiado al poder emplear profesionales agudos y creativos. En contraste, los trabajadores profesionales de las grandes corporaciones prácticamente no tienen ningún control sobre el fin con el cual su creatividad es empleado.
Lamentablemente, no venderse y aceptar un sueldo menor se ha hecho mucho más difícil al dispararse las mayores fortunas. Un profesional puede decidir que no tomará un trabajo con un enorme sueldo, y que prefiere dedicarse a realizar una labor más creativa aunque sea con un sueldo menor pero igualmente está obligado a competir en varios mercados (por ejemplo, al comprar una casa) con aquellos que aceptan los enormes sueldos, y terminará siendo desplazado. El camino menos lucrativo es mucho más cuesta arriba y no es solamente renunciar al lujo, es casi tomar votos de santo.
Los movimientos sociales traen el cambio social. Las sufragistas empezaron a marchar mucho antes de que consiguieran el voto de la mujer; las organizaciones de trabajadores precedieron el Nuevo Trato; el movimiento de derechos civiles precedió el Acta de Derechos Civiles. El gobierno no reforma por sí mismo, sólo hace reformas cuando hay presión popular para lograr esas reformas. Lo más frustrante de nuestro actual momento es que solamente el retorno a políticas económicas más igualitarias puede liberar a la gente joven talentosa para que pelee por el cambio social en el que tantos de ellos creen. Pero sin ese cambio, un movimiento amplio de reforma es mucho más difícil de construir. Lo que está claro es que el modelo [non-profit] de activismo no funcionará. Una América de fortunas atrincheradas y pobreza esparcida no puede contar con santos para que curen sus enfermedades sociales.
The Trap: Selling Out to Stay Afloat in Winner-take-all America, Daniel Brook. Times Books, 2007.
Foto: Quiiver.