Judith Jarvis Thompson propuso en 1971 el siguiente experimento imaginario:
Un famoso violinista cae en coma. La sociedad de amantes de la música determina en base a registros médicos, que tú, y sólo tú, puedes salvar la vida del violinista, si te mantienes conectado a él durante nueve meses. Los amantes de la música entran en tu casa mientras estás durmiendo y te conectan al violinista inconsciente (y por lo tanto, inocente).
Te gustaría desconectarte de él, pero entonces los amantes de la música te dicen: Este violinista es una persona inocente, y con derecho a la vida. Si lo desconectas de tu cuerpo, morirá. Por lo tanto, desconectarlo es moralmente incorrecto.
Lo que Thompson está planteando, por si no queda claro, es que una mujer violada tiene derecho a abortar. El experimento de pensamiento que propone evita la discusión sobre si un embrión es un tejido biológico o es un ser humano: en el experimento, se trata de un ser humano, es más, de uno que ha demostrado contribuir positivamente a la sociedad, en caso de que eso sea moralmente relevante.
Una objeción que alguien puede plantear es que en el caso del violinista, no existe ninguna relación de sangre. En el caso de un embrión producto de una violación, genéticamente el embrión es tanto descendiente del violador como de la mujer violada. Por lo tanto, la mujer violada tiene una responsabilidad frente al embrión.
¿Existe esta responsabilidad? Una responsabilidad especial se asume mediante una acto, por ejemplo si uno lleva un bebé huérfano a su casa, asume la responsabilidad de cuidarlo. Además la misma sociedad plantea que si bien algunas responsabilidades son deseables, no todas son susceptibles de coerción. Por ejemplo, ninguna ley, en ninguna jurisdicción, obliga a los padres a donar sus órganos para salvar la vida de sus hijos.
Otra persona podría objetar que desconectar al violinista es dejarlo morir, mientras que abortar un embrión es matarlo. Pero moralmente, sabiendo que el violinista morirá, desconectarlo o matarlo tienen el mismo efecto y la diferencia es menor respecto a la consecuencia. Además, existen formas de aborto que son sólo extractivas; son peligrosas para la mujer, pero no matan al embrión, sino que lo desconectan de la mujer.
Finalmente, un "defensor de la vida" podría argumentar que este caso sólo se trata del caso raro de una violación (en Chile ocurre una cada 25 minutos, así que depende de qué se considera raro). En el caso de una mujer que tiene una relación consensual usando un método anticonceptivo que por ejemplo, tiene un defecto de fabricación o simplemente falla por azar, existe una responsabilidad de la mujer por haber consentido al acto sexual.
Pero es imposible decidir racionalmente cuál es el nivel de responsabilidad en cada caso. Si la responsabilidad obliga a llevar al embrión a convertirse en una persona y cuidarlo en el caso de una falla en un método anticonceptivo, entonces podría argumentarse (correctamente) que en principio una mujer violada también podía haber evitado la violación. Por ejemplo, podría haberse quedado siempre en casa, o hacerse una histerectomía o una infibulación vaginal.
En el caso que sea, a nadie se le puede exigir hacer algo extraordinario o ser infalible. Una mujer que toma la decisión de abortar lo hace porque realmente debe hacerlo para evitar un mal mayor, para sí, para su familia o para sus otros hijos. Es un proceso física y psicológicamente durísimo, que el resto de la sociedad, y particularmente los hombres, no tenemos por qué castigar. Como escribe Jesús Mosterín:
Sólo a la mujer implicada le es dado juzgar esas graves circunstancias, y no a la caterva arrogante de prelados, jueces, médicos y burócratas empeñados en decidir por ella. El aborto es un trauma. Ninguna mujer lo practica por gusto o a la ligera. Pero la procreación y la maternidad son algo demasiado importante como para dejarlo al albur de un descuido o una violación. El aborto, como el divorcio o los bomberos, se inventó para cuando las cosas fallan.
Fuentes: Enciclopedia de la Filosofía de Stanford, Wikipedia: "A Defense on Abortion", Mujeres Hoy, El País. Fotos: Afloden @ Flickr (CC), Erminig Gwenn @ Flickr (CC), Wikipedia: Infibulación