Contracultura a través de las épocas

El libro "Counterculture through the ages" (2004) de "R. U. Sirius" es un muy breve repaso de un período largo de la historia, que va desde la revolución monoteísta de Abraham, pasando por el Taoísmo y el movimiento hippie entre otros, para terminar en la explosión de la blogósfera.

La contracultura es el abandono, usualmente no violento, de lo que es habitual en una época. Normalmente cada época incluye al menos un par de tendencias contraculturales: una prometeica, tecnofila e iluminada y una anti-prometeica, primitivista y más contemplativa. En nuestra época, estas dos contraculturas son los geeks y el movimiento antiglobalización.

El hecho de que se pueda pertenecer a ambas es una señal, en mi opinión, de que ambos movimientos están siendo ya asimilados dentro del mainstream, contaminando con su carga memética la historia futura, tal como hicieron las contraculturas anteriores, y posiblemente abriendo el paso a nuevas contraculturas.

¿Qué es una contracultura?

De acuerdo al autor, una contracultura:
  • Asigna la primacía a la individualidad a costa de las convenciones sociales y las restricciones gubernamentales.
  • Desafía el autoritarismo en formas obvias como también sutiles.
  • Abraza el cambio individual y social.
Una contracultura es siempre, al mismo tiempo, algo elitista. Toda contracultura es elitista porque parte de la suposición de que un individuo, o un pequeño grupo, puede criticar o proponer alternativas que son tan válidas como las que la sociedad ha escogido. Pertenecer a una contracultura significa, fundamentalmente, no estar conforme. El autor cita a Emerson: "La sociedad en todas partes están en conspiración contra la hombría de cada uno de sus miembros ... el que quiera ser un hombre, debe ser un inconformista.". Gente como la que describe el arquitecto Frank Lloyd Wright:

Decido deliberadamente romper con las tradiciones, para ser más honesto con la Tradición que lo que las convenciones e ideas actuales permitirían. El amino más vital es usualmente el más áspero y normalmente está entre convenciones a menudo convertidas en leyes que deben ser rotas, con la consecuente liberación de otras fuerzas que no soportan la libertad. Así que el romper con esta naturaleza es una cosa peligrosa, pero sin embargo indispensable para la sociedad. La sociedad reconoce el peligro y hace que esta ruptura sea usualmente fatal para la persona que la realiza. No debe ser hecha sin reconocer el peligro y el sacrificio, sin la habilidad de soportar un severo castigo, ni sin la sincera fe de que el fin justifica los medios, ni creo que pueda ser hecha sin todos estos.


Cada contracultura es rechazada por la sociedad en forma violenta primero, pasando por las etapas que describió Gandhi: primero te ignoran, luego se ríen de tí y te odian, luego luchan contra tí, luego tú ganas. Por lo mismo las sociedades avanzadas inventan formas sutiles para inhibir de raíz la aparición de revoluciones y mantener al populacho tranquilo. Guy Debord considera a la aparición de una "sociedad de espectadores" una de ellas:
Una acumulación sin fin de espectáculos - avisos, entretenimientos, tráfico, rascacielos, campañas políticas, tiendas por departamentos, eventos deportivos, reportajes de noticias, tours de arte, guerras extranjeras, lanzamientos especiales - estos hacen un mundo moderno, un mundo en el cual toda la comunicación sigue en una dirección, del poderoso al que no tiene poder... El espectáculo naturalmente produce espectadores, no actores: hombre y mujeres modernos, ciudadanos de la más avanzada sociedad sobre la tierra, que están encantados de ver cualquier cosa que les ofrezcan para ver...
El autor de "Counter Culture Through the Ages", R. U. Sirius, tiene ahora un podcast. Cuando salió su libro le hicieron una entrevistado en BoingBoing. Este libro es muy recomendable.

Mis ojos nuevos

Lo sabía con certeza hace más de un año, que ya no veía bien. Más allá de los cinco metros, las cosas comienzan a perder su nitidez. No sé cuando empezó. Hace mucho tiempo que no conduzco, y no sabía por qué, pero es que todas las señales del camino son borrosas, y no veo los otros autos hasta que están muy encima. Pero lo que realmente me incomoda es que si no me siento adelante en una charla (y tengo que ir a muchas) no veo las transparencias a menos que las hayan escrito con letra muy grande.

La sensación de usar los lentes en la calle por primera vez fue fantástica, surrealista, alucinante. Simplemente, habían más cosas. Antes, sólo existían las cosas muy cercanas, y el resto se perdía en una nebulosa. No es que no viera las cosas lejanas, es que no les ponía atención, porque era inútil si no distinguía qué cosas eran. Por lo mismo, me había acostumbrado a caminar en la calle con la vista enfocada en el infinito.

Ahora con los lentes, era muy extraño darme cuenta de que detrás de la gente que estaba cerca, había gente un poco más lejos, gente más lejos aún, etc. y todos tenían una cara. ¡Y las luces! Eso sí que me hizo alucinar: la mayoría de las lámparas son redondas, no son un borrón con forma de estrella; tienen ahora bordes definidos, nítidos.

En la óptica me dijeron que no ocupara los lentes mucho, sólo cuando los necesitara, porque o si no me aumentaría la miopía. La verdad es que, de necesitar, no los necesito casi nunca, porque casi siempre estoy frente al computador y la pantalla está suficientemente cerca como para ser muy nítida. Pero me gusta usarlos. Me gusta ponérmelos para caminar de la casa al trabajo y simplemente, para mirar. Me gustó mucho tenerlos ahora que vine a otra ciudad para poder ver las torres de las iglesias y todos los detalles de las cosas lejanas.

La razón por la que esperé tanto para usar lentes es que no quería sentirme viejo. Es que no quería reconocer que ahora veo menos que antes. Siempre le he tenido miedo al tiempo, o más que miedo, un tipo de respeto distante. Cuando chico, quería ser grande. Ahora que soy grande, quiero que el tiempo pase lento, pero pienso mucho en el futuro, y en si estoy haciendo lo correcto, y cuántas cosas alcanzaré a hacer en el tiempo que me queda. Usar lentes fue un duro golpe a mi sensación de sentirme joven.

Y recién tengo 30 años.

Iglesia católica elimina el limbo

De acuerdo a la religión católica, a la que un 80% de los hispanoamericanos dice pertenecer, todos nacemos habiendo cometido ya, al nacer, un pecado. Sin necesidad de haber hecho o intentado nada, ni bueno, ni malo, nacemos ya habiendo heredado un pecado, el pecado original. El pecado original es el pecado de Adán y Eva cuando Dios los puso en un jardín, les dijo que hicieran lo que quisieran, excepto una cosa, e hicieron esa cosa.

El punto es que el alma de una persona que muere sin haber sido bautizada, en principio se tendría que ir al infierno, porque no puede ir a unirse con Dios si no está bautizada. Ahora bien, en el caso de un niño recién nacido, para los católicos, este niño no ha cometido pecados personales, sólo el "pecado original", y por lo tanto consideran que su alma sin bautizar no se puede ir al infierno. ¿Dónde se va?. Al Limbo.

El limbo es un concepto que ha ido evolucionando con el tiempo. No es mencionado en el antiguo ni en el nuevo testamento de "La Biblia", por lo tanto es algo del siglo II o posterior. En el siglo V, San Agustín había llegado a la conclusión de que los niños sin bautismo simplemente se iban al infierno. En el siglo XII se instituyó la idea del 'limbo' propiamente tal: "ese lugar donde los niños no bautizados estarían privados de la visión de Dios, pero no sufrirían, ya que no lo conocían".

El 20 de Abril del 2007, la Comisión Teológica Internacional, con sede en el Vaticano, terminó con la idea de el "limbo". En terminos estrictos, declaró que habían muchas esperanzas de que no existiera, y que debíamos rezar por ello ["We emphasize that these are reasons for prayerful hope, rather than grounds for sure knowledge"].

Visto en: International Herald Tribune y otros.

Noticia oficial: The Hope of Salvation for Infants Who Die Without Being Baptized ("La Esperanza de Salvación para los Infantes Que Mueren Sin Haber Sido Bautizados").

Fuente foto: Lettuce Make Thyme

Un curioso libro

Si la novela de Mark Haddon "The Curious Incident of the Dog in the Night-Time" hubiera sido escrito por la chilena Marcela Paz, se llamaría probablemente "Papelucho Autista". El protagonista de este libro tiene 15 años y descubre al comienzo del libro el cadáver del perro de su vecina ensartado en un rastrillo. ¿Quién habrá cometido este alevoso crimen?

El libro es fascinante y sus capítulos, etiquetados con números primos, alternan entre descripciones de la trama y de la imagen del mundo que tiene su protagonista, un niño muy raro. Un breve extracto, traduciendo del capítulo 67 (que es el número 19):

Hablar con desconocidos no es algo que yo haga normalmente. No me gusta hablar con desconocidos. No es por la ALERTA DESCONOCIDOS de la que nos hablan en la escuela, en el cual un hombre desconocido te ofrece dulces o un paseo en su auto porque quiere tener sexo contigo. No estoy preocupado por eso. Si un hombre desconocido me tocara le golpearía fuerte, y puedo golpear a la gente muy fuerte. Por ejemplo, cuando golpeé a Sarah porque me había tirado el pelo la dejé inconsciente y tuvo una concusión y la tuvieron que llevar al Departamento de Accidentes y Emergencias del Hospital. Además siempre tengo mi Navaja del Ejército Suizo en mi bolsillo y tiene una hoja sierra que puede cortarle el dedo a un hombre.


El protagonista del libro es un niño muy interesado en la física y las matemáticas. Por lo mismo incluye paralelo a la historia, la descripción de algunos problemas matemáticos clásicos. Un ejemplo es el siguiente: estás en un concurso en la televisión, y hay tres puertas A, B y C. Detrás de una de las puertas hay un automóvil. Detrás de las otra dos puertas hay una cabra. Tienes que elegir con cuál puerta te quedas, y vamos a asumir que prefieres el automóvil.

Escoges la puerta A, pero antes de abrirla, el presentador del programa abre la puerta C y muestra que hay una cabra detrás de ella. Te ofrece la posibilidad de seguir con la puerta A que haz elegido originalmente, o cambiar a la puerta B. ¿Qué debes hacer?. La mayoría de la gente, incluyendo gente que ha estudiado bastante matemática, piensa que da lo mismo quedarse o cambiarse.

En realidad, la mejor estrategia es cambiar de puerta. El argumento es el siguiente. Supongamos que las cabras se llaman cabra 1 y cabra 2. Al comienzo has elegido una puerta al azar. Con probabilidad 1/3 elegiste el automóvil, con probabilidad 1/3 la cabra 1, y con probabilidad 1/3 la cabra 2.
  • Si elegiste originalmente la puerta del automóvil, entonces cambiarse es malo.
  • Si elegiste originalmente la cabra 1, entonces el presentador te mostró la cabra 2, y cambiarse es bueno.
  • Si elegiste originalmente la cabra 2, entonces el presentador te mostró la cabra 1, y cambiarse es bueno.
Por lo tanto 2 veces de cada 3 vale la pena cambiarse, por lo tanto cambiar de puerta es mejor estrategia que quedarse (!). Hay más información sobre los demás puzzles matemáticos del libro en una revisión que hicieron en el sitio de la Mathematical Association of America.


En general la historia habla sobre ser un niño raro, en este caso autista, y sobre la distancia entre el mundo de los adultos y el de los niños. El libro ha recibido varios premios, es entretenido y se lee muy rápido, tanto que uno quiere a ratos hacerlo durar ;-)

El experimento Joshua Bell

Si encontramos que La Gioconda (La "Mona Lisa") de Da Vinci es un bello cuadro, o que el David de Michelangelo es una bella escultura ... los encontramos bellos porque los expertos dicen que son bellos, porque están en famosos museos, porque son obras famosas, ¿o porque realmente son bellos?. Si no fuera por todo lo que rodea a estas obras ¿las apreciaríamos?. Puesto de otro modo: ¿podemos apreciar el arte sin el contexto apropiado?.

El Washington Post hizo un interesante experimento para esto. Los protagonistas: el metro de Washington y uno de los más prodigiosos intérpretes de violín vivos.

Joshua Bell es un violinista consagrado que ha recibido numerosos reconocimientos y tocado con las más prestigiosas orquestas. Su educación musical comenzó a los 4 años de edad (!), y entre sus premios destaca (por lo inusual) un Grammy.

El experimento se realizó el día Viernes 12 de Febrero del 2007, a las 8 de la mañana. El violinista interpretó un concertino de 45 minutos, y su instrumento fue el mismo que utiliza para sus demás actuaciones en público: un violín Stradivarius que tiene 300 años y está avaluado en 3 millones de dólares.

Durante su performance, 1097 personas pasaron delante de él (ver video más abajo en el artículo). De ellas sólo unas pocas se detuvieron a escuchar, y el total de propinas que recibió fue unos miserables 32 dólares y 17 céntimos.

Para el experimento, se pidió a la gente su número de teléfono para una encuesta, poco después de pasar frente al violinista, indicando que se trataba de una encuesta sobre el metro. De las 40 personas a las que se llamó ese día en la tarde para preguntarles si habían visto algo inusual, sólo una pudo reconocer que el violinista que había escuchado en el metro ese día era excepcional:

"There was a musician playing at the top of the escalator at L'Enfant Plaza."

Haven't you seen musicians there before?

"Not like this one."

What do you mean?

"This was a superb violinist. I've never heard anyone of that caliber. He was technically proficient, with very good phrasing. He had a good fiddle, too, with a big, lush sound. I walked a distance away, to hear him. I didn't want to be intrusive on his space."

Really?

"Really. It was that kind of experience. It was a treat, just a brilliant, incredible way to start the day."

Las restantes 39 personas ni siquiera mencionaron al violinista como algo especial visto en el metro ese día.

La conclusión del experimento fue bastante clara: necesitamos un contexto para apreciar la belleza. La opinión de expertos, la fama, el glamour, el escenario, y todas las demás cosas que rodean a una pieza de arte, son tanto o más importantes que la pieza en sí.


Artículo original en Washington Post, incluye video:
Gene Weingarten, Pearls Before Breakfast — The Washington Post, 8 de Abril del 2007 pág. W10.

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