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Todos por Sobre el Promedio

En el libro "The winner-take-all society", sus autores Robert H. Frank y Philip J. Cook estudian los motivos detrás del aumento de la disparidad de ingresos en ciertas profesiones. La explicación que sugieren los autores, es que en muchos campos opera un mercado en que la compensación está dada por la posición relativa, no por el rendimiento absoluto.

Por ejemplo, el corredor que gana la medalla de oro en los 100m planos en las olimpíadas recibe una cantidad de dinero (en contratos publicitarios) que es muchísimo mayor que la que recibe el segundo mejor, incluso cuando la diferencia en tiempo haya sido de centésimas de segundo. Este fenómeno también es frecuente en el mundo del espectáculo, en que cientos de miles personas sueñan con ser estrellas millonarias, y sólo unas pocos lo son en realidad.

Otras profesiones recientemente se han unido a esta tendencia, incluídos abogados, ingenieros, médicos y científicos. Lamentablemente, uno de los problemas de este tipo de mercado es que la asignación de recursos que se produce en muchos casos es ineficiente, porque hay demasiada gente con ilusiones exageradamente altas que intenta alcanzar lo que para ellos es inalcanzable — y que sería más útil para la sociedad y para sí mismo haciendo otra cosa.

Por supuesto, mientras más competidores haya, mejor será el resultado de una selección competitiva, pero todo tiene un límite, y hay un punto en que comienzan a entrar muchos competidores que no tienen ninguna posibilidad, que sólo aumentan marginalmente la calidad del resultado, pero que a cambio malgastan su tiempo, sus recursos, y los recursos de otros.

Todos creemos ser mejores que el promedio

Una de las causas de que tanta gente entre en competencias que no puede ganar, es que los humanos tendemos a sobreestimar profundamente nuestras capacidades. Los autores citan varios casos:
  • Una noticia reciente reportaba que más del 60% de los jugadores de básquetbal de la primera división universitaria pensaba que llegaría a entrar a la NBA. Sólo el 5% lo consigue.
  • La mayoría de las personas piensa que son más inteligentes y que conducen mejor que el promedio.
  • Más del 70% de los encuestados entre estudiantes de liceo se consideró mejor que el promedio, y sólo el 2% debajo del promedio.
  • El 94% de los profesores universitarios piensan que son mejores que el promedio de sus colegas.
La explicación es el conocido "Efecto Lago Wobegon", nombrado en honor a un lugar ficticio donde "todas las mujeres son fuertes, todos los hombres son apuestos, y todos los niños están por sobre el promedio".

La explicación desde la siquiatría es aplastantemente simple: pensar que uno es peor que el promedio no nos gusta, por lo tanto, una solución barata es pensar que uno es mejor que el promedio, total, no es tan fácil probar que uno está equivocado.

Consistente con esto, los autores citan un estudio en que se encontró que los pacientes con depresión clínica eran notablemente certeros a la hora de evaluar sus propias capacidades, mientras que la gente sana del grupo de control tendía a tener una proporción significativamente inflada de sus capacidades objetivas.

Este problema se ve exacerbado en nuestra generación, la "Generation Me", que fue educada con máximas como "cree en tí mismo y todo te resultará bien" y con una educación donde la auto-estima ciega (sin importar el rendimiento) se consideraba como un valor importantísimo, mucho más que el auto-control, por ejemplo. Para peor, y como notaba Adam Smith:
El desprecio del riesgo y la presuntuosa esperanza de éxito, no están en ningún período de la vida más activos que en la época en que la gente escoge sus profesiones.
Una gota de realidad en un océano de sueños, creo que no nos vendría nada de mal a algunos. Por otra parte, lo de que todos pueden lograr lo que se propongan es una idea profundamente arraigada en nuestra generación, y no creo que de la noche a la mañana todos la abandonemos. Al menos yo no lo he hecho aún.

The Winner-take-all Society por Robert H. Frank y Philip J. Cook. Penguin Books, 1996.

Mis ojos nuevos

Lo sabía con certeza hace más de un año, que ya no veía bien. Más allá de los cinco metros, las cosas comienzan a perder su nitidez. No sé cuando empezó. Hace mucho tiempo que no conduzco, y no sabía por qué, pero es que todas las señales del camino son borrosas, y no veo los otros autos hasta que están muy encima. Pero lo que realmente me incomoda es que si no me siento adelante en una charla (y tengo que ir a muchas) no veo las transparencias a menos que las hayan escrito con letra muy grande.

La sensación de usar los lentes en la calle por primera vez fue fantástica, surrealista, alucinante. Simplemente, habían más cosas. Antes, sólo existían las cosas muy cercanas, y el resto se perdía en una nebulosa. No es que no viera las cosas lejanas, es que no les ponía atención, porque era inútil si no distinguía qué cosas eran. Por lo mismo, me había acostumbrado a caminar en la calle con la vista enfocada en el infinito.

Ahora con los lentes, era muy extraño darme cuenta de que detrás de la gente que estaba cerca, había gente un poco más lejos, gente más lejos aún, etc. y todos tenían una cara. ¡Y las luces! Eso sí que me hizo alucinar: la mayoría de las lámparas son redondas, no son un borrón con forma de estrella; tienen ahora bordes definidos, nítidos.

En la óptica me dijeron que no ocupara los lentes mucho, sólo cuando los necesitara, porque o si no me aumentaría la miopía. La verdad es que, de necesitar, no los necesito casi nunca, porque casi siempre estoy frente al computador y la pantalla está suficientemente cerca como para ser muy nítida. Pero me gusta usarlos. Me gusta ponérmelos para caminar de la casa al trabajo y simplemente, para mirar. Me gustó mucho tenerlos ahora que vine a otra ciudad para poder ver las torres de las iglesias y todos los detalles de las cosas lejanas.

La razón por la que esperé tanto para usar lentes es que no quería sentirme viejo. Es que no quería reconocer que ahora veo menos que antes. Siempre le he tenido miedo al tiempo, o más que miedo, un tipo de respeto distante. Cuando chico, quería ser grande. Ahora que soy grande, quiero que el tiempo pase lento, pero pienso mucho en el futuro, y en si estoy haciendo lo correcto, y cuántas cosas alcanzaré a hacer en el tiempo que me queda. Usar lentes fue un duro golpe a mi sensación de sentirme joven.

Y recién tengo 30 años.

Iglesia católica elimina el limbo

De acuerdo a la religión católica, a la que un 80% de los hispanoamericanos dice pertenecer, todos nacemos habiendo cometido ya, al nacer, un pecado. Sin necesidad de haber hecho o intentado nada, ni bueno, ni malo, nacemos ya habiendo heredado un pecado, el pecado original. El pecado original es el pecado de Adán y Eva cuando Dios los puso en un jardín, les dijo que hicieran lo que quisieran, excepto una cosa, e hicieron esa cosa.

El punto es que el alma de una persona que muere sin haber sido bautizada, en principio se tendría que ir al infierno, porque no puede ir a unirse con Dios si no está bautizada. Ahora bien, en el caso de un niño recién nacido, para los católicos, este niño no ha cometido pecados personales, sólo el "pecado original", y por lo tanto consideran que su alma sin bautizar no se puede ir al infierno. ¿Dónde se va?. Al Limbo.

El limbo es un concepto que ha ido evolucionando con el tiempo. No es mencionado en el antiguo ni en el nuevo testamento de "La Biblia", por lo tanto es algo del siglo II o posterior. En el siglo V, San Agustín había llegado a la conclusión de que los niños sin bautismo simplemente se iban al infierno. En el siglo XII se instituyó la idea del 'limbo' propiamente tal: "ese lugar donde los niños no bautizados estarían privados de la visión de Dios, pero no sufrirían, ya que no lo conocían".

El 20 de Abril del 2007, la Comisión Teológica Internacional, con sede en el Vaticano, terminó con la idea de el "limbo". En terminos estrictos, declaró que habían muchas esperanzas de que no existiera, y que debíamos rezar por ello ["We emphasize that these are reasons for prayerful hope, rather than grounds for sure knowledge"].

Visto en: International Herald Tribune y otros.

Noticia oficial: The Hope of Salvation for Infants Who Die Without Being Baptized ("La Esperanza de Salvación para los Infantes Que Mueren Sin Haber Sido Bautizados").

Fuente foto: Lettuce Make Thyme

Un curioso libro

Si la novela de Mark Haddon "The Curious Incident of the Dog in the Night-Time" hubiera sido escrito por la chilena Marcela Paz, se llamaría probablemente "Papelucho Autista". El protagonista de este libro tiene 15 años y descubre al comienzo del libro el cadáver del perro de su vecina ensartado en un rastrillo. ¿Quién habrá cometido este alevoso crimen?

El libro es fascinante y sus capítulos, etiquetados con números primos, alternan entre descripciones de la trama y de la imagen del mundo que tiene su protagonista, un niño muy raro. Un breve extracto, traduciendo del capítulo 67 (que es el número 19):

Hablar con desconocidos no es algo que yo haga normalmente. No me gusta hablar con desconocidos. No es por la ALERTA DESCONOCIDOS de la que nos hablan en la escuela, en el cual un hombre desconocido te ofrece dulces o un paseo en su auto porque quiere tener sexo contigo. No estoy preocupado por eso. Si un hombre desconocido me tocara le golpearía fuerte, y puedo golpear a la gente muy fuerte. Por ejemplo, cuando golpeé a Sarah porque me había tirado el pelo la dejé inconsciente y tuvo una concusión y la tuvieron que llevar al Departamento de Accidentes y Emergencias del Hospital. Además siempre tengo mi Navaja del Ejército Suizo en mi bolsillo y tiene una hoja sierra que puede cortarle el dedo a un hombre.


El protagonista del libro es un niño muy interesado en la física y las matemáticas. Por lo mismo incluye paralelo a la historia, la descripción de algunos problemas matemáticos clásicos. Un ejemplo es el siguiente: estás en un concurso en la televisión, y hay tres puertas A, B y C. Detrás de una de las puertas hay un automóvil. Detrás de las otra dos puertas hay una cabra. Tienes que elegir con cuál puerta te quedas, y vamos a asumir que prefieres el automóvil.

Escoges la puerta A, pero antes de abrirla, el presentador del programa abre la puerta C y muestra que hay una cabra detrás de ella. Te ofrece la posibilidad de seguir con la puerta A que haz elegido originalmente, o cambiar a la puerta B. ¿Qué debes hacer?. La mayoría de la gente, incluyendo gente que ha estudiado bastante matemática, piensa que da lo mismo quedarse o cambiarse.

En realidad, la mejor estrategia es cambiar de puerta. El argumento es el siguiente. Supongamos que las cabras se llaman cabra 1 y cabra 2. Al comienzo has elegido una puerta al azar. Con probabilidad 1/3 elegiste el automóvil, con probabilidad 1/3 la cabra 1, y con probabilidad 1/3 la cabra 2.
  • Si elegiste originalmente la puerta del automóvil, entonces cambiarse es malo.
  • Si elegiste originalmente la cabra 1, entonces el presentador te mostró la cabra 2, y cambiarse es bueno.
  • Si elegiste originalmente la cabra 2, entonces el presentador te mostró la cabra 1, y cambiarse es bueno.
Por lo tanto 2 veces de cada 3 vale la pena cambiarse, por lo tanto cambiar de puerta es mejor estrategia que quedarse (!). Hay más información sobre los demás puzzles matemáticos del libro en una revisión que hicieron en el sitio de la Mathematical Association of America.


En general la historia habla sobre ser un niño raro, en este caso autista, y sobre la distancia entre el mundo de los adultos y el de los niños. El libro ha recibido varios premios, es entretenido y se lee muy rápido, tanto que uno quiere a ratos hacerlo durar ;-)

El experimento Joshua Bell

Si encontramos que La Gioconda (La "Mona Lisa") de Da Vinci es un bello cuadro, o que el David de Michelangelo es una bella escultura ... los encontramos bellos porque los expertos dicen que son bellos, porque están en famosos museos, porque son obras famosas, ¿o porque realmente son bellos?. Si no fuera por todo lo que rodea a estas obras ¿las apreciaríamos?. Puesto de otro modo: ¿podemos apreciar el arte sin el contexto apropiado?.

El Washington Post hizo un interesante experimento para esto. Los protagonistas: el metro de Washington y uno de los más prodigiosos intérpretes de violín vivos.

Joshua Bell es un violinista consagrado que ha recibido numerosos reconocimientos y tocado con las más prestigiosas orquestas. Su educación musical comenzó a los 4 años de edad (!), y entre sus premios destaca (por lo inusual) un Grammy.

El experimento se realizó el día Viernes 12 de Febrero del 2007, a las 8 de la mañana. El violinista interpretó un concertino de 45 minutos, y su instrumento fue el mismo que utiliza para sus demás actuaciones en público: un violín Stradivarius que tiene 300 años y está avaluado en 3 millones de dólares.

Durante su performance, 1097 personas pasaron delante de él (ver video más abajo en el artículo). De ellas sólo unas pocas se detuvieron a escuchar, y el total de propinas que recibió fue unos miserables 32 dólares y 17 céntimos.

Para el experimento, se pidió a la gente su número de teléfono para una encuesta, poco después de pasar frente al violinista, indicando que se trataba de una encuesta sobre el metro. De las 40 personas a las que se llamó ese día en la tarde para preguntarles si habían visto algo inusual, sólo una pudo reconocer que el violinista que había escuchado en el metro ese día era excepcional:

"There was a musician playing at the top of the escalator at L'Enfant Plaza."

Haven't you seen musicians there before?

"Not like this one."

What do you mean?

"This was a superb violinist. I've never heard anyone of that caliber. He was technically proficient, with very good phrasing. He had a good fiddle, too, with a big, lush sound. I walked a distance away, to hear him. I didn't want to be intrusive on his space."

Really?

"Really. It was that kind of experience. It was a treat, just a brilliant, incredible way to start the day."

Las restantes 39 personas ni siquiera mencionaron al violinista como algo especial visto en el metro ese día.

La conclusión del experimento fue bastante clara: necesitamos un contexto para apreciar la belleza. La opinión de expertos, la fama, el glamour, el escenario, y todas las demás cosas que rodean a una pieza de arte, son tanto o más importantes que la pieza en sí.


Artículo original en Washington Post, incluye video:
Gene Weingarten, Pearls Before Breakfast — The Washington Post, 8 de Abril del 2007 pág. W10.

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