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ChaTo's blog

Vértigo

Hace frío aca arriba; desde esta azotea es otro el Santiago del centro, uno más pobre, menos glamoroso, sin sus semáforos plateados espaciales y sus vitrinas chillonas. Es un Santiago hecho de techumbres oxidadas, máquinas de lavar ventanas, y cientos de pequeños dedos chicos tirando un humo leve. Y viento, mucho viento. Y algunas cúpulas buscando a Dios.

Después de un rato de mirar alrededor, instintivamente empiezo a buscar el suelo. Lo encuentro perdido allá abajo entre dos edificios, debajo de las hormigas.

El suelo sube al mirarlo, está ahí tan cerca como un peldaño alto. El espacio que nos separa es ínfimo; la caída, de pie o con las manos, perfecta. El reto, insostenible.

Una mitad de mí se acerca a la orilla aún más, y se da vuelta para reirse en mi cara, mira el techo del edificio de enfrente, 10 pisos más bajo y con un ancho paseo peatonal de por medio, retrocede unos pasos, corre a toda velocidad y salta.

Esa mitad de mí, que también soy yo mismo, disfruta por un momento de la excitación, de la incertidumbre, saltó con todas sus fuerzas y cree lograrlo. Al cabo de unos segundos de caída comienza la desesperación, el qué estoy haciendo; ya no caigo derecho sino de lado, con los pies hacia arriba; no puedo ni siquiera voltearme a ver el suelo, sino sólo diviso la azotea cada vez más lejos. Me oigo gritar un breve instante, luego, nada.

Sobresaltado doy un paso atrás y me sujeto de una saliente en la pared, como loco camino paso a paso hacia la escalera; el viento es más fuerte porque viene cargado de pena, de planitud, de abulia, de promesas de algo distinto. Son tantas las ganas de tirarme que me vuelvo a acercar a la baranda.

"Libertad" ... "Qué fin tan absurdo" ... "Qué vida tan absurda". Me cuesta un montón rearmarme, volver a la escalera y bajar. Me cuesta más porque tengo pena y envidia. Tal vez esa mitad de mí que se atrevió es en su propio universo, más feliz.

¿Y para qué?

¿Y para qué? me he preguntado, por todo. Para qué el tiempo, para qué el esfuerzo. Para qué todo. Las sonrisas fingidas, las mañanas rápidas, las tardes abúlicas. Las noches largas. Los sueños compartidos. Las sábanas empapadas, sucias.

Insulzo cielo azul. Insulzos besos. Pop-corn, cine, teatro. Música, regalos. Regalos de cumple mes ... ¡¿y ahora que mierda le regalo?! Tiempo perdido, amigos lejanos, encuentros fugaces que no concluyen, un aborto de flirteo, una mirada que queda en nada, en una mirada gacha, mirando el vaso, mirándola a ella. Otra vez. Otra vez.

Para qué un te quiero, para qué un te amo. Para qué el tiempo, para qué el esfuerzo. Para qué todo. Todos mis amigos solteros, carreteando, yo feliz, una sonrisa en los labios, a veces. Ahora todos los imbéciles pololeando, sus mujeres calladas en las fiestas, en las reuniones, un adorno, alguien que te mira sonriéndo por costumbre. Ahora yo el imbécil solo (mi perro no me ladra, nunca lo hizo el muy imbécil tampoco), los miro, me siento mal, me da vergüenza tenerle celos a mis amigos. Ojalá la pasen bien, los muy huevones, mientras le dure.

Me decido a ser feliz. Me reviento carreteando. La resaca me molesta, me miro al espejo. Espero no volver a verla. Linda mi felicidad. Imbécil.

Miro mi carta a las parejas jóvenes. Que chucha hago con ella ahora, que chucha hago con todos los consejos, siutiquerías bellas, buenos deseos, etc. que chucha hago si como pareja soy un fracaso. Me repongo. Me recompongo. Antidepresivos. Somníferos. Estimulantes. Tabaco. Okey, algo tengo que hacer con ellos. Antidepresivos. Estimulantes. Tabaco. No está mal escribir la carta. Más antidepresivos. Más tabaco. La publico, y punto y que tanto, si a fin de cuentas no se trata de dar consejos, sino de contar mi rollo. Más tabaco. Esta linda la huevá, después de todo.

Sigo dolido. Espero. Duermo. Duele. Fantaseo con el regreso. Fantaseo con eso. Me lo imagino. Tampoco me gusta, lo peor es que tampoco me gusta. Ni sueños bonitos tengo. Que mierda me queda sino el odio. Y el tiempo. Y regalitos. Cartitas. Al horno con ellas. Cenizas. ¿Y ahora? El recuerdo. Más tabaco. ¿Cómo se hace para borrar un recuerdo?

Pero, amigos, he tenido una gran experiencia, he aprendido algo de la vida, he tenido tardes incansables, conversaciones profundas, regalos importantes, salidas únicas, atardeceres románticos, noches tumultuosas, amaneceres brillantes, ocasiones increíbles, reflexiones prolongadas.

¿Y para qué? ... ¿Y para qué? ....

If

Tras un año de una relación turbulenta, sicótica, amarga, voraz, siendo un gusano eterno, reptil que arrastra la guata exigiendo cariño inútil; me decido finalmente a dar un fin violento a todo, y nada me puede hacer cambiar de opinión.

Vuelvo a su casa un día cualquiera, a buscar mis cosas. La carne es débil, y en el instante supremo, aquel en que la consciencia estalla en un millón de estrellas yo me dejo caer mirando hacia otro lado, arrepentido, dolido. Adiós.

Un mes más tarde, la sorpresa inesperada, el temor que se va haciendo real con el transcurso de los médicos y los exámenes. Y ahora que hago. Me decido a intentarlo, me cuento el cuento de que se puede separar, que una cosa es ser padres y otra estar juntos. 17 años tenía. Y muchos más miedos. Y nada en los bolsillos ni en la cabeza. 17 años y poco sentido común. La situación fue demasiado para mí. O yo demasiado poco.

Cuando mi niño nació, no estuve allí. Huí. Cuando cumplió un año, dos, tres, tampoco. Crecí con el miedo a una demanda y el arrepentimiento, y la vergüenza-orgullo de ser papá y no serlo. Pasaron muchas personas que pasaron con mi lado mirando con desprecio y reflejando mi propio arrepentimiento. Y no me dejaron nada. Todo lo que me decían no me decía nada. Pasaron pocas personas que se sentaron a hablar conmigo, sin afán moralista. Y me dejaron mucho.

No sé si antes estuve preparado. Me encontré con ella, la mamá de mi hijo, más grande, sobre un puente alto y blanco. Conversamos. Me mostró fotos. Me regaló la cinta que le ponen a los niños en la muñeca cuando nacen. Le dije que quería ver a mi hijo. Me dijo que no sabía si él me aceptaría.

Él me aceptó. Lo veo desde hace 8 meses. Trato de resarcir el tiempo perdido. Me siento culpable. Trato de que no se me note. Pienso que todo hubiera sido distinto si ... sí .... si nada. Soy el que soy ahora. Antes era otro. En ese momento, pensé que estaba bien lo que hacía; no tenía muchas opciones en la mente.

Mi hijo es mi hijo. Sabe que soy su padre. Su papá Carlos, porque su otro papá (su abuelo) también está presente. Le enseño a respetarnos a ambos. Lo quiero y lo amo, y el me quiere y me ama. Jugamos; me gusta ser jóven y poder subirme con él a los juegos, revolcarme en el pasto y correr sin cansarme, inventar juegos del aire, la brisa, las hojas y piedras, cantar melodías propias, entonadas en voz baja en murmullos de alegría y cariño.

El mundo no se derrumba con un hijo. Sí se reconstruye. La vida no termina. Sí se reconceptualiza. Ser padres del mismo hijo no significa ser pareja. Sí tener que verse harto. Asumir una paternidad no es imposible. Sí es difícil.

Pero es muy hermoso.

Una canción más de Jenny Di

Jenny Di saluda a su audiencia con una grácil reverencia después de su último tema, y junto con invitarlos a la próxima fiesta, comienza a despedirse, llamando a los demás participantes del show a subir al escenario para presentarlos.

El público ruge ... "que siga el hueveo ....", J.D. los conoce, sabe que si no canta no hay caso de que vayan a aplaudir a los demás ... además, no quiere bajar del escenario, le gusta estar ahí, las luces, la gente, que la miren. Se hace de rogar un poco, amenaza tiernamente, cede de a poco, muy de a poco.

  • Esta canción -comienza Jenny Di- representa mucho para mí, y se la quiero dedicar especialmente a nuestros amigos y amigas aquí presentes que no son de este ... ambiente.

Aplausos. Oscuridad. Pose. Foco.

Comienza la música, ella baila, se contonea, mueve su cabellera tipo Pamela Anderson chilensis, canta. "Soy como soy", suena el tema. La gente está contenta, la escucha, baila, sigue la letra. La conoce. Un breve himno al acariciar espejos, un grito de soledad dentro de la compañía fugaz, una canción al reencuentro. Ella se da vuelta, comienza a retirarse el vestido, sólo la parte de arriba. "Si tengo una sóla vida por vivir, porque no puedo vivirla a mi manera" canta mientras enfrenta al público con el pecho desnudo, liso, lampiño, sólo las marcas de la brillantina y una cruz de lentejuelas.

"Este soy yo, sólo busco tú aprobación" vuelta, baile, aplausos, la escena final. Tira hacia atrás de su cabello, casi en un arrebato cómico, histriónico, sonríe, el cabello corto, liso, peinado. El pelo corto, la cara pintada, el torso desnudo, las uñas largas y cuidadas, "y nada más", no puedo evitar pensar en Freddy Mercury, de más que Eduardo estaría contento con la comparación, "soy ... como .... soy".

El público enloquece.

Publicado en Boletines SEI Inc, Junio 1999.

El viejazo

"Tengo sueño". Putas la huea. A que hora será una hora decente como para irme de aquí, para salir. Tengo que estudiar para mañana, tengo prueba, tengo sueño, tengo fiaca. Tengo .... EL VIEJAZO!!!

Le pregunté a un amigo si le había empezado a pasar que iba a carretes y se aburría, y empezaba a irse temprano a la casa, etc. Me dijo - sí, desde los 15 años- pa que estamos con was, eso es patético, pero lo normal ... está, y es que algunos ya tenemos algún tipo de sintomatología típica del síndrome "viejazo". Hagamos una anamnesis rápida usando el conocido índice VIECU:

Suma un punto por cada una de las siguientes actitudes:

  • Irse antes de las 3.00 de un carrete
  • No tomar en una fiesta porque tenís que manejar (lo digo por andar en auto - ¡¡ si vas a tomar no manejes, no seai gil !!)
  • Pololear y creer que te vai a casar

Suma dos puntos por cada una de las siguientes actitudes:

  • Te regalaron en tu último cumpleaños un cuadro o algún adorno charcha, o una agenda, o un lápiz
  • Prefieres una noche lujuriosa con tu polola a un carrete con los amigos
  • Hace más de 6 meses que no tenís un carrete en medio de la semana

Suma tres puntos por cada una de las siguientes actitudes:

  • Tienes celular y no te da plancha usarlo
  • Te vistes de tenida formal más de un día a la semana ... ¡y te gusta!
  • Te juntaste para tu cumpleaños con amigos para salir a comer a un restaurant

Si sumas más de 7 puntos, sorry my friend, sufres de envejecimiento prematuro post-moderno irreversible. Tu vida ha tomado un cauce feo, viejo, lueguito te van a encaletar una tarjeta de crédito, te vai a calentar con algúna hueaita o con comprarte un auto ... o con irte a vivir con tu mina ... Tengo que citar a un célebre escritor cuyo nombre no puedo recordar que dijo en una ocasión "YYYYY PAAARAAA QUEEEE!" compadre tu vai por el mal camino, no sé si tiene remedio ... pero puedes probar su buen "programa remedial" sin stress, sin ejercicios, electrofóresis ni pastillas....

  • Ir a los Flipper, pero ojo, no se te ocurra volverte loco y desafiar a algún pendejo, elije un juego fácil y de tu época, a fin de cuentas es un asunto terapéutico, no de honor.
  • Ir a Fantasilandia, aunque si el viejazo está arraigado en tí, no te urjai si dejas el desayuno en el tagadá y el almuerzo en el barco pirata.
  • Haz una lista larga de todas las cosas que no puedes hacer después de los 30 años, si eres adulto, haz la división y elabora un plan de contingencia.
  • Piensa en los amigos que no ves hace tiempo, trata de ubicarlos pa salir a carretear con ellos, tiene la ventaja de que te va a recordar los "viejos tiempos"

Bueno, hasta aquí con esto, ojalá reflexiones y vuelvas al camino con caries. Juventud! Divino! Tesoro!

Publicado en Boletines SEI Inc, Junio 1999, algunas secciones fueron publicadas también en la revista Zona de Contacto de El Mercurio, en Julio 1999.

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