La mentira como herramienta pedagógica

"La Droga Mata" dice la propaganda prohibicionista. ¿A qué droga se referirá?. Tal vez se refiere a la nicotina, la sustancia activa del cigarrillo, que es un ansiolítico bastante benigno ... sino fuera porque es adictivo y su forma de consumo por inhalación de humo caliente con alquitrán causa cáncer.

O quizás se refiere al alcohol, que causa cada año miles de muertes relacionadas tanto con el consumo en exceso (la minoría) como por operar automóviles o maquinaria bajo su efecto (la mayoría).

El asunto es que las campañas que dicen "la droga mata" no son efectivas, básicamente, porque mienten, y la mentira no sirve para enseñar nada.

En este artículo Javier Ortiz expone en breves palabras el quid del asunto:

Puesto que de capacidad mortal hablamos, es absurdo referirse genéricamente a «la» droga. Hay drogas que tienen propiedades tóxicas y adictivas infinitamente mayores que otras, e incluso las hay que, debidamente consumidas, poseen cualidades benéficas.

Efectivamente, existen distintos tipos de droga y de distinta toxicidad, efectos colaterales, etc. La clasificación de las drogas en muchos países se realiza con un criterio que no es científico y que simplemente habla de las distintas penalizaciones, como si intrínsicamente la marihuana o el éxtasis fueran más peligrosos que el tabaco o el alcohol.

El hecho es que no existe ningún caso documentado en el mundo de muerte por sobredosis de marihuana (sí de alcohol, y muchos cada año), no existe evidencia de que la marihuana sirva de "puente" hacia otras drogas, ni existe el famoso "síndrome amotivacional" del que se hablaba en los 60s.

Las drogas pueden ser usadas por adultos responsablemente con la información y orientación adecuada. Si podemos elegir con quién nos casamos, qué negocios emprendemos y a cuántos años pedimos una hipoteca, podemos decidir qué hacemos con nuestras vidas y nuestros cuerpos. La prohibición tiene enormes costos económicos (impuestos que se dejan de percibir), sociales (creación de delincuencia y narcotráfico) y personales (el énfasis se pone en el castigo y no en la recuperación de la adicción).

Yo no digo que las drogas sean inofensivas. Lo que digo es que hay que ser reales cuando se habla de drogas, que la mentira es un mal camino. Las drogas son dañinas básicamente porque pueden crear adicción y porque pueden desplazar otras actividades e intereses, impedir a las personas lograr lo que quieren. Todos nuestros apetitos pueden volverse en contra nuestro, sobre todo si alteran nuestra química neurológica.

Como sociedad, no prohibimos todo lo que es malo. No prohibimos por ley decir garabatos, no prohibimos por ley jugar a los dados, y ya no prohibimos por ley el adulterio. No prohibimos a la gente que practique el sexo oral, ni hay leyes que penalicen la masturbación ni los malos pensamientos. En el hemisferio occidental, afortunadamente ya no hay leyes contra la herejía ni las caricaturas satíricas. Dejamos ciertas áreas de nuestra vida sin reglamentar, simplemente porque entendemos que no todo tiene que ser materia de ley, que no toda la sociedad se basa en tener millones de reglas para todo.

El problema mayor es que con mentiras y prejuicios no se llega a ninguna parte. A los jovenes les dicen: "la droga mata". Se fuman un pito, y no los mata, y entonces piensan que todo lo que les dijeron era mentira. La política actual sobre drogas se basa en el prejuicio y no en la evidencia, como dice este reporte del parlamento del reino unido(pdf 150 pgs.) en enero del 2006.

¿Y por qué seguimos con la prohibición?. Porque los que ahora tienen el poder prefieren educarnos con mentiras, y hacer caso omiso de toda evidencia científica que vaya en contra de sus prejuicios moralistas. Piensan que los adultos no somos capaces de decidir sobre nuestra vida. Y nosotros, los muy imbéciles, seguimos votando por ellos para que nos protejan de nosotros mismos.