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Razones para una crueldad injustificada

Ver también: 10 argumentos contra las corridas de toros.


Estos son algunos comentarios a la "descripción de una corrida de toros". Las corridas de toros no tienen nada de valentía, no son un espectáculo y no merecen el apelativo de tradición, ni arte ni espectáculo –en un sentido enaltecedor y positivo, porque claramente son un espectáculo de barbarie y crueldad.

¿Es una demostración de valentía?

La corrida tiene una solemnidad, una pompa, una fastuosidad gestual y simbólica que de verdad es muy fuerte y llega al espectador: la bravura del toro, la valentía y el gesto del torero. El acto de la lidia es el enfrentamiento entre dos "grandes": por un lado el hombre, encarnado en la figura del matador; por el otro lado, un "grande" entre los animales, milenariamente adorado y mitificado: el toro. Éste embiste y responde con bravura, pero el hombre siempre se superpone a él. Sin embargo, esto no es más que la racionalización y sistematización de una costumbre y una creencia muy arraigada en nuestras sociedades: la de ubicar valóricamente al hombre por sobre los animales; y actuar en consecuencia con este axioma: si el hombre "vale" más (tiene más valor porque es racional) entonces el animal vale menos y puede ser utilizado como medio al servicio del hombre: como medio para divertirse -en este caso-, como medio para alimentarse, como medio para lucrar y expandirse económicamente.

Ver esos tremendos animales, tan majestuosos, hermosos, briosos y nobles, acosados por un grupo de hombres en actitud de valientes (y no niego que lo sean: enfrentarse a una mole de 500 kg. que corre hacia uno sin duda enfría la sangre a cualquiera), entre un público ávido de "adrenalina" que aplaude cada estocada, cada banderilla que lo acosa, cada picador que lo debilita... Es un espectáculo demasiado ruin. Demasiado cruel. Y desesperanzador en cuanto a las expectativas de nuestras sociedades: hablamos de "educar a los hijos en la no violencia", de "resolución no violenta de conflictos", de "cultura de la paz" y cuantas otras "buenas intenciones"... ¿qué esperanzas hemos de tener en ellas cuando hasta un acto tan básico como la diversión, tenga que fundarse en la vastedad, bajeza y sufrimiento que implican la tortura y la anulación del ser de un otro? Pues aunque ese otro sea un "animal" (término que siempre se utilliza en forma despectiva) diferente del ser humano, es un ser que posee capacidad de sufrimiento, que posee intereses (aunque ese interés sea tan básico como mantenerse con vida) y que por lo tanto, constituye una entidad digna de ser considerada moralmente relevante por los seres humanos. Sin embargo, en virtud de la mencionada superposición del hombre por sobre el animal, el ser humano es incapaz de ampliar su esfera de consideración moral, y desde una actitud especista (que es un prejuicio o actitud parcial favorable a los intereses de los miembros de nuestra propia especie y en contra de los de otras) persiste en la utilización, maltrato y cosificación de los animales "a voluntad" humana.

¿Es un espectáculo?

Quitando cualquier matiz de sentimentalismo, no deja de ser curioso que cuando el torero es premiado en la plaza de toros, en la TV nunca muestran mientras le cortan las orejas o la cola al toro: la imagen se corta cuando el toro cae y el resto se comenta apoyado por las imágenes de una cámara que televisa panorámicamente lo que está sucediendo en la arena. Para el público que asiste a la arena, es difícil que logren captar nítidamente estos detalles... Pero si nos acercáramos a ver qué pasa realmente (pueden verse en PetaTV) ... podríamos ver que el toro, si bien está "caído" no está totalmente muerto, y cuando le están cortando las orejas o la cola, aún está consciente y se mueve entre espasmos... Peor aún, eventualmente muge o se retuerce de dolor con cada cuchillazo...

Los defensores de la tauromaquia siempre argumentan: el toro vivió 4 años en una dehesa, a sus anchas, bien alimentado y bajo cuidados responsables: por esto debe responder con altura y gallardía en la lidia, porque ese es su fin, su razón de ser. La razón de "ser" se argumenta desde lo económico, pues naturalmente los criadores de toros de lidia mueven un lucrativo negocio teñido de sangre y apoyado por una tradición y unas ideas que gozan de -casi- total aceptación en nuestras sociedades. Argumentación similar es la que sustenta todas las formas de uso y abuso que los hombres profieren a los animales (la alimentación, el uso de animales para experimentación científica, para diversión o entretenimiento -como el rodeo, las peleas de perros o de gallos, e incluso el lucrativo negocio de las mascotas "de luxe" o animales de raza, que vienen a satisfacer, muchas veces, necesidades sociales de sus dueños-)...Usos y abusos podríamos mencionar "hasta las náuseas". Pero no es la intención de este escrito. Una corrida de toros no puede ser un espectáculo pues es inadmisible gozar con el sufrimiento y derramamiento de sangre de un animal en la arena. El pan y el circo déjenselo a los romanos del bajo imperio. En nuestra llamada época contemporánea, donde el mundo se globaliza y los valores se pluralizan, no podemos dejar de atender las señales de todas las personas que, cada vez con mayor fuerza, luchan por ampliar la comunidad moral más allá de las personas humanas, para incluir en ella a los animales no humanos.

¿Es una tradición?

Finalmente, el gran argumento de los defensores de la tauromaquia: "es una tradición y está en nuestras raíces, por lo tanto nos debemos a esta institución", "si el toro vivió bien, debe morir con dignidad", "la escuela taurina educa valientes diestros"... Estos y otros muchos argumentos no resisten la coherencia del especismo: las actitudes utilitarias del hombre con los animales devienen en prácticas cada vez más abusivas y crueles. No podemos aceptar de manera pasiva que la cultura y las tradiciones nacionales hagan ostentación de la crueldad y el abuso, menos cuando educamos a unas nuevas generaciones y tratamos de hacerlo desde valores humanitarios. Ojo: no valores "humanamente centrados" sino valores que desde la humanidad fluyan hacia otros seres válidos moralmente. De hecho, me atrevo a decir que lo único que hace a los taurinos defender esta "tradición" es la enorme cantidad de dinero que engruesa sus arcas...porque ¿quién pierde en este espectáculo, aparte del toro? La plaza de toros sube sus ganancias, el torero gana prestigio y embolsa dinero, ni hablar de los que mueven las ganaderías... y el ciudadano "de a pie" aporta con sus impuestos y con el dineral que paga por cada entrada al sangriento ruedo... Está clarísimo que este circo montado por hombres para hombres, no tiene argumento más fuerte que el económico.

Y cuando las personas sean capaces de ponerse en el lugar del otro, de pensar por un momento en cómo lo estará pasando el toro en esta "fiesta tradicional"...veremos en qué va a parar esta tradición, que como muchos otros viciados hábitos sociales (golpear a mujer e hijos, matar por diferencias ideológicas o raciales), terminará ocupando un mancillado lugar en la historia, como uno más de los vergonzosos capítulos de la cultura humana.



Por Fabiola Leyton

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