Hoy a las 6 de la mañana, Fabiola me despertó con una exclamación con un tono de incredulidad, casi una pregunta: ¡¿Carlos, hay alguien en el balcón?!. Se trata del balcón de nuestro dormitorio, que da a una calle secundaria en el Barrio Gótico de Barcelona. ¿Creo que es una chica?-- me dijo Fabi, porque la persona era muy delgada.
Yo todavía no despertaba. Me levanté y no despertaba. Pensé que estaba soñando mientras veía al tipo, que lentamente y en el estrecho balcón, se movía hacia el balcón vecino. Miré a la cama y no me ví ahí, así que decidí, provisionalmente, que probablemente, no estaba soñando. Fabi también se levantó y prendimos la luz de la habitación.
Nos miramos los tres por un momento, el ladrón con gorra y chaqueta negra, guantes negros, polerón/sudadera gris; nosotros con pijama (o lo que nosotros denominamos pijama -- no pregunten). Rápidamente el ladrón, que tenía la ventaja de ser el ladrón, y estar mucho más despierto que nosotros, comenzó a moverse para volver por donde había venido, que era un tubo de bajada de agua del balcón del living. Lo seguimos hasta ahí, por dentro de la casa, y abrimos la ventana cuando el tipo ya comenzó a descender.
No dijimos nada, no gritamos nada, no llamamos a nadie, y lo único medianamente sensato que alcanzamos a hacer fue buscar la cámara e inmortalizar al caco, que se puso furioso y nos gritaba en un italiano con acento no-italiano: "Fa' n culo", "Non puoi farmi foto", etc. y en castellano también con acento no-español ni latino "¡Sé donde viven!".
Entramos y seguíamos con cara de perplejidad. Intentamos dormir pero no pudimos, y una hora más tarde nos levantamos, e imprimimos unos carteles que pegamos en nuestro edificio, en el edificio del lado, en el bar y en el negocio del "Apu" de la esquina. En la foto no se ve la cara del ladrón, pero al menos sirvió para convencer a toda la cuadra de que el asunto había sido real e iba en serio.
Por la tarde Fabi fue a la comisaría a declarar, y la felicitaron por haber tomado las fotos.
Moralejas de la historia:
- Vivir con miedo está mal, pero hay que conocer los riesgos de donde uno vive, y tratar de tener algo pensado en caso de emergencia, porque en el momento uno no atina a nada muy inteligente, mucho menos si viene despertando.
- Tengan un teléfono al lado de su cama, y sepan el número de la policía. Yo descubrí hoy que no me lo sabía, acá en Barcelona no es ni 133 ni 911, sino que 088.
- Aseguren puertas y ventanas en la noche, aunque vivan en una ciudad poco violenta como Barcelona. La altura nos hacía sentir falsamente demasiado seguros, pero ahora ya sabemos que Spiderman acecha.
- Dormir con un gato ayuda: la Fabi despertó porque la Panterita estaba parada rasguñando el vidrio para que le abrieramos la ventana e ir a olisquear al Spiderman.