Jamón de Navidad
Esta Navidad viví uno de los momentos más freak del año. Para la fiesta de fin de año de la empresa hicieron un sorteo con muchos regalos. Dos iPod, dos viajes por España, dos piernas de jamón, dos buenas maletas, etc. Yo gané en el sorteo y me tocó de regalo uno de los jamones. No lo recibí, y resultó un momento mitad divertido y mitad muy incómodo:
El problema no habría sido tan grave si además no hubiera pasado mucha hambre en la cena: yo avisé que era vegetariano, pero en algún momento de la cadena seguro que se les pasó y terminé cenando arroz cocido y pan :-( Normalmente cuando aviso que soy vegetariano siempre hay algo bueno, las empresas de catering están acostumbradas a recibir pedidos de comidas vegetarianas.
El asunto de éste regalo plantea un problema interesante. Un trozo de carne de cerdo es algo muy importante en la cultura ibérica, digamos que en este caso era el regalo estrella. Por otro lado, muchas empresas actualmente son multi-culturales, porque cuentan entre sus trabajadores, asociados, clientes y proveedores a personas de diferentes países y culturas. No es extraño que al momento de comer se encuentren con vegetarianos por motivos éticos, por motivos religiosos (hindús o cristianos ortodoxos, que no comen carne a fin de año), o también encuentren gente que por religión o por su cultura desprecien a los cerdos, como los judíos o los árabes.
Lo que quiero decir es que en un entorno multicultural, un trozo de carne de animal no puede ser un regalo válido. No es un regalo apreciado. Curiosamente, siento lo mismo cuando la gata deja un pájaro muerto en la habitación como regalo para la casa.
Fue un problema para los organizadores de esta cena no estar preparados para considerar un entorno multicultural. Para mí, la historia tuvo un buen final: me llamaron después para ofrecerme cambiar el regalo, así que al final no me fui con las manos vacías :-)
En fin, así es la Navidad: