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Aventuras de un ateo cristiano

Después de una corta, pero poco promisoria carrera tenística en el Club de Tenis de la Universidad de Chile, mis padres me inscribieron a los 14 años en el gimnasio de la Asociación Cristiana de Jóvenes, en calle Compañía en el centro de Santiago. Mis padres querían que dejara de ser un alfeñique, pero no lo consiguieron :-) Por otra parte, algo completamente inesperado para ellos y para mí fue que la ACJ tenía un programa de voluntariado realmente bien armado, que incluía capacitación en primeros auxilios, excursionismo, liderazgo, etc. a cambio de estar disponible para apoyar programas (principalmente recreativos) con niños, adultos, adultos mayores y discapacitados.

Mi primera actividad ahí fue enseñar a perder el miedo al agua y a nadar a niños discapacitados, luego ayudar en clases de gimnasia para párvulos, luego en tardes recreativas con jóvenes en el centro de Santiago, en San Bernardo y en San Joaquín, campamentos de verano por el día y por semanas completas. Me pasé prácticamente todo el tiempo libre de adolescente trabajando en estas cosas. Me gustaba mucho y me resultaba bastante bien.

Con el tiempo el tipo de cosas a las que me dedicaba fue variando, y terminé especializándome principalmente en dos cosas: "coordinación" , es decir, organizar y dirigir el trabajo de los otros voluntarios, y "puestas de sol", que se refería a actividades que en los campamentos se hacían a la hora de las puestas de sol, y que normalmente eran juegos y dinámicas grupales de introspección o desarrollo personal.

El cristiano gandhista

Cuando llegué a las primeras reuniones de colaboradores y líderes (que era el nombre de los grupos de voluntarios), me presenté como un joven ateo. Me dijeron que podía colaborar, pero no optar a un cargo. Me pareció bien, hasta que vi como otro adolescente grosero y torpe era elegido jefe de nuestro grupo. Así que sin más, en la siguiente oportunidad indiqué que ahora era cristiano. Nadie me preguntó nada, yo tampoco dí detalles, aunque tenía preparada la respuesta de "soy cristiano, y también gandhista", si me preguntaban. Pero como digo, no me preguntaron.

La razón es que la actividad de la institución era cuidadosamente laica. Por ejemplo, las canciones que cantábamos a los niños nunca eran religiosas, y cuando uno de los voluntarios eligió una canción religiosa para una ronda fue reprendido y no lo volvió hacer. El aspecto religioso se limitaba a que al comienzo de cada reunión, uno de los asistentes leía un trozo de la biblia en voz alta. En las reuniones que coordinaba yo más adelante, comenzábamos todas las reuniones con alguien contando un chiste.

De todos modos, cuando me ascendieron al nivel más alto del voluntariado, tuve que firmar sobre la "Base de París", un documento fundacional de la ACJ que alude a sus raíces religiosas, como condición para continuar como voluntario. Podía haber optado por irme en ese momento, pero opté por quedarme. No fue algo honesto, pero pude seguir desarrollando por varios años un montón de acciones voluntarias que fueron buenas y que me enseñaron mucho.

El EJE hereje

Cuando llevaba ya un tiempo en la institución, traje a ella un programa de desarrollo personal llamado EJE, introducido en Chile por el sacerdote José "Pepe" Forbes. Pude conversar mucho con Pepe Forbes, porque le ayudé a producir el primer manual de EJE en Chile, es una gran persona que tiene poco en común con sus colegas de profesión; una vez me preguntó si yo era católico o evangélico, le dije que nada, y me respondió "en esta vida algo que hay ser ... algo hay que ser".

En la YMCA el EJE lo dirigimos inicialmente con V. y luego con C., una gran amiga que siguió una carrera similar a la mía en la ACJ. El programa era de corte religioso pero redujimos el tema a su mínima expresión, y yo me mantuve alejado de las partes de ese tipo. En los momentos en que la idea de dios estaba presente en el programa, lo introducíamos de una forma deísta, es decir, como una fuerza que crea el universo, pero que no se queda a escuchar los padrenuestros. Me parecía un buen compromiso y resultó ser bastante estable en el tiempo.

Nuestro EJE era en cierto sentido hereje, y la gente de la ACJ me pidió que incorporara más elementos religiosos, y para ello me enviaron a hablar con un sacerdote muy admirable que trabajaba con jóvenes en Santiago. Conversamos brevemente y cuando llegué al punto por el cual me habían enviado a hablar con él, me dijo textualmente "nadie puede dar lo que no tiene".

La experiencia de poder fundar y dirigir un grupo de EJE fue una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida. Tuve la oportunidad de aprender mucho, y de enseñar también. El mensaje que queríamos entregar era para mí el siguiente: que nuestras historias de vida son similares, y que eso que creemos que sólo nos pasa a nosotros, les pasa a otros -- en el fondo, que la empatía no necesita un esfuerzo de imaginación sino solamente recordar la simetría de nuestra situación como personas frente a otras personas.

Nuestro objetivo era el de ayudar a los adolescentes a vivir consigo mismos y con quienes les rodean. Repetimos el programa varias veces, siempre con éxito. Cientos de jóvenes pasaron por ahí.

El rol de lo cristiano

Salí de la institución, como algunos otros voluntarios, como consecuencia de un embarazo demasiado temprano. Esto convirtió a la ACJ en institución non grata para mi persona ¿o fue al revés? De todos modos, durante muchos años mantuve con orgullo a la ACJ en mi currículum como una de las buenas cosas que había hecho, sólo lo saqué cuando ya pasó demasiado tiempo como para que tuviera sentido seguir incluyendo algo que había hecho cuando adolescente.

Los defensores de la religión dicen que sin dios estas cosas no suceden. Que sin dios los huérfanos hubieran estado desprotegidos (ver el caso de los internados católicos en Irlanda). Pero en mi paso por la ACJ también a veces pude ver la acción que hacía la iglesia católica en los mismos espacios de la ACJ, y la acción católica estaba realmente teñida de proselitismo. Una parte importante del mensaje era que los niños entendieran que el amor que recibían provenía de Dios/Jesús (son el mismo) y era canalizado a través de los sacerdotes y los voluntarios. El rol de la religión en este tipo de actividad es principalmente servir a los intereses de la religión, no a los de los niños. Un proyecto que promueva un bien para la comunidad, no necesita del lastre de una religión.

Tuve oportunidad de comprobarlo. Años más tarde con un grupo de amigos inventamos otro programa de desarrollo personal. Se llamaba OREJA (otro repetido encuentro de jóvenes adultos). Fuera de la ACJ, tuvimos la libertad de diseñar las actividades 100% libres de elementos religiosos. El programa salió muy bien, llegó a momentos muy interesantes, y además fue muy divertido hacerlo y estar ahí. El encuentro estaba construido alrededor de "Alicia en el país de las maravillas", una fábula moral comparable con la biblia católica, pero con al menos dos ventajas insoslayables: es mucho menos sangrienta, y tiene muchos más dibujos.


De mi paso por la ACJ/EJE recuerdo con mucho cariño a la gente que conocí ahí, no puedo nombrarlos a todos así que no lo intentaré esta vez, pero la próxima vez cuando escriba algo más en detalle sobre esa época en la YMCA lo haré. Hice grandes amigos entonces, y aún conservo algunos. ¡Muchas gracias!


Respuesta a C.V.

Este artículo sobre la ACJ y el EJE fue motivado por un mensaje que recibí hace poco, escrito por C.V.:

Mensaje de C.V.: me extraña que argumentes en contra de algo que seguiste con tanta pasion durante años, al menos los años en que nos conocimos en la YMCA, donde eras uno de los mas creyentes y entregados a Jesus. No critico para nada tu cambio de vision, tremendamente valido por lo demas, sino que la forma en que lo haces. El 70% de tu blog habla de una u otra manera del ateismo o de Dios como una ridiculez. Carlos, eres brillante como pocos y creo que tienes ideas de sobra como para entramparte en discusiones innecesarias, tu pagina es muy interesante en todo caso y cada cierto tiempo me doy un idem para echarle un vistazo. Con respecto al tema que nos convoca, me recuerdas un poco a las personas que ingresan a las iglesias evangelicas despues de una larga vida de pecados y comienzan a apuntar con el dedo (Lagos-like) al resto de los mortales pecadores que aun no encuentran "la verdad"... esa que algunos cientificos tocados por la varita magica de la evidencia (o la falta de ella) tienen en sus manos. Al menos estamos de acuerdo en lo mal que le han hecho algunas (o todas) religiones a este planeta. Pero Pastelero a tus pasteles. Yo prefiero vivir la vida sin tantas verdades, pero con mas certezas.

Respuesta: como cuento en este artículo, considero que haber hecho trabajo voluntario durante muchos años en una institución cristiana, no habla de una adolescencia completamente honesta, pero sí de buenas intenciones. Lo del fervor religioso y conversión tardía es invento tuyo, en todo caso, soy ateo desde que alcancé la edad de la razón, y no todo lo que se hace por los demás se hace por un motivo religioso. Además, no me interesa dejar en ridículo a la gente que tiene una religión. Todas las personas merecen respeto, pero no todas las ideas, hay ideas malas como el nacionalismo, el racismo, el sectarismo, que no merecen respeto para mí. Tampoco aceptar la certeza en lugar de la verdad tiene lugar en el mundo en que a mí me gustaría vivir. Gracias por recordarme buenos tiempos en la ACJ/YMCA, el EJE hereje y toda esa época que fue muy entretenida :-)