Respetar o Ridiculizar

Spinoza escribió en 1667: "... he sido cuidadoso de no burlarme, deplorar o denunciar las acciones humanas, sino entenderlas". Siendo Spinoza una figura importante en la visión naturalista del mundo en que no hay lugar para lo sobre-natural, su aviso es muy importante para los que promueven el libre pensamiento. Lo cortés no quita lo valiente.

Esa cortesía no ha sido dispensada en la misma medida a los ateos por parte de las religiones organizadas. Cuando la religión católica fue fuerte en Europa, los que se atrevían a decir herejías tremendas como "la tierra gira en torno al sol", eran quemados o encarcelados. Aún hoy en día en los países en que la religión organizada conserva todavía su poder, como Irán o Estados Unidos, hay leyes contra el ateísmo. En Texas, un baluarte cristiano, una ley (raramente invocada) dice que los cargos públicos sólo pueden ser ocupados por personas que "reconozcan la existencia de un ser superior". En Irán, una república islámica, la gente sin religión técnicamente no tiene derecho a la vida.

Christopher Hitchens, que forma parte de la artillería pesada del libre pensamiento, dice textualmente que "... la creencia religiosa es inerradicable mientras sigamos siendo una estúpida y pobremente evolucionada especie de mamíferos ... nuestros lóbulos prefrontales son demasiado pequeños. Y nuestras glándulas adrenales demasiado grandes ... y tenemos miedo de la oscuridad, tenemos miedo de morir y creemos en las verdades de libros sagrados que son tan estúpidos y fabricados que un niño puede -y los niños pueden, como puedes ver por sus preguntas- realmente ver a través de ellos."

La religión viene de un tiempo en que sabíamos aún menos de lo que sabemos ahora sobre cómo funciona el mundo. Se basa en no cuestionar la autoridad, en suspender el pensamiento crítico, en no contrastar las dudas, en aceptar calladamente los dogmas. Es, en síntesis, una fuerza del pasado que lastra a la humanidad. Pero ese no es el principal motivo por el cual no se merecen nuestro respeto.

La educación religiosa por la que pasan los niños de todas las religiones es dañina para ellos. En los colegios católicos o protestantes se les entrega de entrada un montón de preceptos imposibles de cumplir y se les enseña a sentirse culpables e indignos al no poder cumplir esos preceptos. ¿Y cómo se les puede enseñar ciencias, biología, lenguaje, matemáticas, historia, si al mismo tiempo se les enseña a no cuestionar los dogmas religiosos? Ambas cosas son incompatibles.

Un niño no tiene edad para votar, no tiene edad para tomar alcohol, no tiene edad para registrarse en un partido político, y no tiene edad para decidir su religión, ni tampoco se le da la potestad de hacerlo. En una sociedad abierta, como sugiere Daniel Dennet, los niños deberían saber sobre distintas religiones y no dogmas de una en particular. Como parte de su educación, deberían aprender los credos, costumbres, prohibiciones y rituales de las mayores religiones del mundo, la historia de esas religiones y su distribución geográfica. De esta forma, podrían tomar una decisión más informada sobre qué creer.

Hay otras formas en que las religiones organizadas hacen daño. Por ejemplo, hay pacientes que rechazan tratamientos médicos por motivos religiosos, o que son convencidos por pastores y otros líderes comunitarios de que sólo la oración los salvará. Un caso reciente sirve como ejemplo: "Su pastor le había dicho que la oración y el ayuno serían mejores remedios contra el virus del SIDA que el tratamiento en el hospital. Sin embargo, no funcionaron. Al cabo de dos meses, el virus todavía estaba allí y esta gente ya no le creía a su pastor."

El catolicismo en particular choca frontalmente con la medicina en países de África o América Latina en que el SIDA está haciendo estragos. El uso de condón disminuye significativamente el riesgo de contraer el virus, y los expertos en salud pública unánimemente apoyan políticas que faciliten el acceso al condón. Pero la iglesia católica manda a sus fieles a no usar condón: el sexto mandamiento tiene como consecuencia que "todas las acciones que en anticipación del acto conyugal o durante su cumplimiento, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, proponga como medio o como fin hacer la procreación imposible, es intrínsecamente malvado". El sexo para la jerarquía católica tiene como fin esencial la reproducción. Hay más de 33 millones de personas con SIDA en el mundo, 2.1 millones de personas murieron de SIDA en el 2007, entre ellos 330.000 niños. Y la iglesia católica sigue atornillando al revés.

Cuando las iglesias tuvieron el poder, vimos en todo su esplendor de lo que son capaces. Ahora que les queda poco poder, aún causan daño. Las autoridades religiosas no merecen el respeto del público en general. Podemos dárselos, pero no porque se lo hayan ganado; y tenemos derecho a criticar la religión, como a cualquier otra creación humana.

Fuentes: Michael Shermer, particularmente su artículo en Sci. Am. en Septiembre del 2007, Christopher Hitchens, Nathan Bond, Newsweek, De Staandard via DigitalJournal, US catholic bishops, Bandali.no.