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Matrimonio gay

Estoy bastante sorprendido porque en España este año se aprobó una ley que permite a parejas del mismo sexo casarse y, si lo desean, adoptar hijos. Al parecer se trataba de una de las promesas que hizo el PSOE durante la campaña presidencial, y ahora la ha cumplido.

Obviamente, hubo una fuerte oposición de la derecha y de la iglesia. Este fin de semana habrá una marcha en protesta, organizada por los obispos españoles, los que además del llamado desde el púlpito pondrán los autobuses para que la gente vaya a Madrid a participar de las protestas. Hoy en la mañana, un periodista le preguntó a uno de los organizadores el por qué ellos protestaban contra la ley, si esta no afecta a las familias cristianas que decidan mantener sus principios.

El sacerdote contestó sin inmutarse "nosotros creemos que lo que dice el evangelio sobre cómo debe crearse una familia, es bueno para todos, no sólo para los cristianos". Estimado monseñor, está usted tan equivocado y de tantas maneras distintas que casi no sé por donde comenzar.

¿Para qué se hacen las leyes?

Primero que todo, y pretendiendo por un momento que el código moral del evangelio es el mejor que existe –que no lo es–las leyes no son para hacer mejor al hombre. Las leyes las creamos para poder ordenar nuestra vida en sociedad, para poder convivir todos sin que las actividades de los unos se hagan en perjuicio de otros.

¿Por qué no podemos usar las leyes para hacer mejor al hombre? Porque las leyes no son mejores que los hombres que las escriben, porque los tiempos van cambiando y los balances de poder cambian. Porque aquello que a la clase dominante de hoy le parece que es lo correcto, cambiará mañana.

No podemos usar las mayorías para prohibir a los demás algo por pretender hacerle un bien. Abraham Lincoln decía que jamás se le puede prohibir algo a alguien porque le haga daño a él mismo, sino sólamente cuando ese algo le hace daño a los demás.

¿Para qué se escribió la biblia?

La biblia cristiana, en cambio, en la primera mitad –a la que se refieren los obispos, porque Jesús no protestó contra los homosexuales– es una creación de un grupo de sabios líderes judíos para tratar de ordenar a sus pueblos y enrielarlos en la senda correcta. El antiguo testamento fue escrito hace miles de años como una forma de permitir la sobrevivencia de un grupo de tribus que vivían en el desierto, y lo consiguió. Ese grupo de tribus luego fue desperdigado, masacrado, gaseado y reunificado. Quién escribió el antiguo testamento cumplió su cometido: la creencia entre los Judíos de que ellos son el pueblo favorito de Dios les dió fuerza y les permite mantener aún un sentido de unidad.

Hace dos mil años, un grupo de personas decidió tomar otro rumbo y apartarse del judaísmo, escribir un segundo tomo que incorporó el evangelio y las enseñanzas de Cristo, descartar algunos de los capítulos del primer tomo y comenzar una nueva religión. Voilá, el cristianismo ha nacido. Me pueden decir, ¿por qué tendría que imponerse un criterio basado en ése libro, y no en la racionalidad de observar cómo vivimos ahora?

Y no me vengan con eso de que la Biblia la escribió Dios. Como todo libro, lo escribió una mano de sangre y hueso.

¿Cómo debe crearse una familia?

Esto es lo más intragable de su alocución. Los primeros apóstoles tenían familia, pero en algún momento los que mandaban en la iglesia decidieron que los sacerdotes no debían casarse. Sinceramente, siento pena por ellos. Para mí tener una pareja es algo maravilloso. Los sacerdotes, que por algún motivo –probablemente por evitar el sexo, la iglesia católica está obsesionadísima con el tema del sexo– decidieron que no formarán una familia, pretenden decirnos al resto cómo debemos formar las nuestras.

Tienen que entender que, por ejemplo, en Chile más o menos la mitad de los hijos nacen fuera del matrimonio. Que en todo el mundo hay millones de familias de un padre con su hijo, una madre con dos hijos, una abuela con dos nietos, un hombre y una mujer, tres jóvenes, dos tíos con tres sobrinos, y así las combinaciones que se les ocurran. Existen miles de formas de hacer una familia, y ellas no tienen nada que ver con que haya al menos un pene y una vagina por casa, sino con que exista amor entre quienes formen el hogar.


El matrimonio entre personas del mismo sexo

Veamos ahora como sociedad qué tipo de leyes tendremos. Cuando dos personas se casan lo hacen por muchos motivos, que no le compete al Estado evaluar. Por ejemplo, a nadie le hacen jurar que ama a su esposo o a su esposa, eso es algo que queda en el ámbito privado. Lo que importa al Estado son los efectos que ese matrimonio tiene: se les reconoce una relación de largo aliento, tienen derechos y deberes con la sociedad, el cónyugue sobreviviente tiene derechos sobre los bienes del cónyugue fallecido, y una serie de otros efectos.

Una persona puede decidir casarse con alguien a quién no ama. Puede decidir casarse con alguien malo, o alguien bueno. Puede casarse con un negro, un chino, un judío, un indio, un alemán, o quien quiera. Pero, si mantiene una relación con alguien de su mismo sexo, en muchos países, no puede hacerlo. Se dice que una pareja así no podrá procrear. Pero escuchen: a ningún matrimonio se le obliga a procrear. Una mujer sin útero o un hombre sin testículos se puede casar. ¿Por qué prohibirle a los homosexuales casarse entonces?

La única razón que queda es que a algunos no les gusta, y que dicen "dado que los heterosexuales somos más, tenemos derecho a imponer nuestro criterio a los homosexuales". ¡Qué estupidez! ¿Vamos a seguir con la lógica de prohibir algo, solamente porque nos parece mal?

La evolución de la sociedad

A lo largo de miles de años de evolución, hemos ido poco a poco ajustando nuestra forma de vida a nuevas condiciones. Pero la mayor parte del tiempo, lo hemos hecho con una lentitud extraordinaria.

Podíamos haberlo hecho más rápido. Hace 500 años estaba prohibido enseñar que la Tierra giraba en torno al Sol. Hace 300 años la esclavitud era perfectamente aceptable. Hace 200 años era impensable que las mujeres votaran. Hace 100 años en sudáfrica negros y blancos tenían derechos totalmente distintos. En el pasado, toleramos durante más tiempo que el necesario situaciones que ahora nos parecen inaceptables.

Ahora, tenemos la posibilidad de ignorar esas lecciones del pasado o aprender de ellas. No se acabó la democracia cuando las mujeres pudieron votar. No se desmoronó la economía cuando se liberó a los esclavos. No se destruirán las familias si permitimos que los homosexuales se casen entre sí. Sólo les habremos dado algo que ellos piden, que al resto no nos hace daño, y que es justo.