Una de las situaciones más difíciles de navegar en no monogamias es cuando un vínculo tiene encuentros sexuales con personas o en contextos que nos parecen problemáticos o cuestionables. Para intentar ser más precise, con un “polvo cuestionable” me refiero a un encuentro sexual o una serie de ellos que puede percibirse como potencialmente dañino para las personas involucradas, independientemente de que haya celos o no al respecto.
No estoy hablando de violencia sexual. La violencia sexual no constituye un “polvo cuestionable”. Acostarse con una persona que no puede consentir, sea porque está intoxicada, o porque ha habido coacción, por ejemplo, es una situación de violencia, no un mero “polvo cuestionable”.
Un polvo cuestionable es para mí, dentro de las no monogamias, un contacto que se percibe como teniendo un riesgo de daño a futuro. Puede ser, por ejemplo, cuando un vínculo intima con alguien que tiene un pasado de acciones poco éticas, de mentir, o de crear problemas en otras relaciones, o de tener conductas de riesgo. También puede ser una situación donde exista un desbalance de poder, como una diferencia importante de edad, o un desbalance de sentimientos o apegos entre las personas involucradas.
A veces un polvo es cuestionable para una persona y no para otra porque existe un punto ciego. Otras veces el riesgo es percibido de forma asimétrica porque hay un conjunto de creencias y vivencias pasadas que crean distintas formas de evaluar el riesgo emocional, físico, o relacional. Identificar las creencias y vivencias que están detrás de nuestras conductas o reacciones, ponerlas en común y trabajar para entenderlas mutuamente puede ayudar a alinear estas valoraciones, y al bienestar de la relación en general.
De todas formas, los polvos cuestionables son difíciles de gestionar en no-monogamias porque pueden socavar la confianza en la capacidad de nuestro vínculo de tomar decisiones razonables en el terreno sexo afectivo. Esa confianza me parece un elemento fundamental para que pueda haber una relación no monógama.
Mi punto de partida es que no podemos controlar las acciones de la otra persona, sino solamente las propias. En tal sentido, una seguidilla de polvos cuestionables o un patrón de caer en ellos nos puede llevar a querer dejar la relación, pero, ¿qué hacemos si es algo que ocurre eventualmente, una vez, o unas pocas veces?
El problema es, como en otras situaciones, la tensión entre la autonomía y el cuidado. Por una parte, queremos que nuestro vínculo disfrute de la autonomía que queremos también para nosotres, particularmente en este ámbito, y, por otra parte, queremos cuidarle tanto a elle, como a las personas con las que se está relacionando.
La reacción a un polvo cuestionable, particularmente si es expresada con vehemencia, puede ser percibida como una intromisión o como un juicio, y dañar gravemente una relación.
Es cierto que si nuestro vínculo cuestiona un encuentro o encuentros sexuales que hemos tenido, a veces no nos está juzgando a nosotros, simplemente nos está diciendo que piensa que las circunstancias llevarán a que nosotres o las personas involucradas sufran consecuencias negativas independientemente de lo que hagamos o no. En otras palabras, a veces no es que piense que nosotres somos incapaces de gestionar el riesgo, sino que nadie sería capaz de ello en las mismas circunstancias.
De todas formas, es un terreno muy delicado; yo consideraría varios aspectos:
- Todas las personas adultas nos hemos echado algún polvo cuestionable, muchas veces con plena consciencia de lo que hacíamos.
- Dentro de una relación sexo afectiva, al ser parte interesada, nuestro umbral para considerar que un polvo de la otra persona es cuestionable y la seriedad con la que consideramos la gravedad del riesgo está sesgada por la misma relación.
- Nuestro vínculo tiene o debería tener su propia red de amigues, que le puede ayudar a ver los puntos ciegos que pueda tener. Nuestro rol principal tendría que ser acompañar más que juzgar.
- Los polvos cuestionables, cuando son realmente cuestionables, llevan a situaciones que caen/terminan por su propio peso. Cuando eso suceda, ocurrirá un proceso de aprendizaje que no podemos negarle a nuestro vínculo.
- En general, si la disolución de la relación entre nuestro vínculo y otra persona eventualmente ocurre, no nos conviene ser corresponsables de ella. Una ruptura es una situación emocionalmente cargada y lo ideal es haber mantenido un cierto nivel de neutralidad, para poder acompañar.
- Las acciones pasadas de nuestro vínculo, incluyendo sus aciertos y errores, les llevaron a ser deseables para nosotres y a establecer una relación con nosotres.
Gestionar un polvo cuestionable de alguien que queremos puede ser una situación muy estresante y que remueve de manera muy profunda, pero es algo de alguna manera inevitable en no monogamias, porque distintas personas tienen distintas creencias y vivencias que se traducen en distintas actitudes frente al riesgo. Al mismo tiempo, con buena comunicación y respeto mutuo, como todo conflicto, esto puede llevar a aprendizajes y convertirse en una oportunidad de acercamiento, no necesariamente de distancia.