Dios y otras patrañas

La invención de la mentira

"The Invention of Lying" es una película recién estrenada dirigida por Ricky Gervais, uno de los creadores de la serie "The Office".

La película ocurre en un universo paralelo en que todo el mundo dice siempre la verdad, el concepto de mentira no existe, y la gente (toda la gente, incluidos políticos y publicistas) expresan todas sus opiniones honestamente.

Cuando la madre del protagonista está moribunda, el protagonista le dice que al morir se irá a un lugar mejor, donde estará rodeada de sus amigos y será más feliz que nunca. Su madre muere reconfortada por esta mentira piadosa, pero la cosa no termina ahí.

Los que presencian esta escena están acostumbrados a que se diga siempre la verdad, así que creen la idea de que los muertos se van a un lugar mejor. El protagonista comienza rápidamente a adquirir fama de mesías, fama que aprovecha para decirle a las personas que hay un hombre en el cielo que los vigila, y que pueden hacer tres cosas malas máximo o sino no irán a ese lugar feliz adonde van los muertos. De paso, aprende a explotar su poder para decir mentiras para otros fines menos "elevados" :-)

Fuentes: Wikipedia, Washington City Paper.

Llega al Vaticano el Jesucristo de Louis Vuitton

La comunidad católica ha vivido con inquietud y expectación la llegada esta mañana al Vaticano del camión que transportaba al nuevo Jesucristo de Louis Vuitton.

La idea del Vaticano es “actualizar la figura de Jesús sin perderle el respeto, mostrándolo desnudo en la cruz pero cambiando el pareo que oculta sus partes pudendas por otra prenda más elaborada y distinguida”, según informó la institución en un breve comunicado.

Continúa: El Mundo Today: Jesucristo de Louis Vuitton »

Los perritos no se van al cielo

Perro con alasLos humanos somos una consecuencia, no un fin. Somos materia que se ha condensado creando vida y conciencia mediante un proceso tan lento (15.000 Millones de años) que nuestra existencia como humanos es insignificante en comparación a su duración. Somos el resultado, no el objetivo, de un proceso evolutivo maravilloso e inevitable que poco a poco creó movimiento, complejidad y por qué no, belleza.

El astrónomo Carl Sagan resumió los últimos 2.500 Millones de años de esta evolución en un párrafo magistral ...

Con el paso del tiempo la auto-replicación se volvió más precisa dado que las moléculas que se copiaban mejor producían más copias. La selección natural estaba en marcha. Máquinas moléculares evolucionaron lentamente, imperceptiblemente -- la vida había comenzado. Colectivos de moléculas orgánicas evolucionaron en organismos unicelulares. Estos produjeron colonias multi-celulares. Varias partes se transformaron en órganos especializados. Algunas colonias se adhirieron al fondo marino, otras nadaron libremente. Los ojos evolucionaron, y ahora el cosmos podía ver. Las cosas vivas se movieron y colonizaron la tierra. Los reptiles dieron lugar a pequeñas criaturas de sangre caliente con cerebros más grandes que desarrollaron destreza y curiosidad sobre su ambiente. Aprendieron a usar herramientas y fuego y lenguaje -- la materia estelar, las cenizas de la alquimia estelar habían emergido a la conciencia.

La otra historia

La historia alternativa, todos la conocemos. Dios pone a Ken y Barbie en el paraíso, los accesorios: plantas, animales, fósiles, millones de galaxias, soles, planetas, vienen incluídos de fábrica.

Lego y dedo de DiosDe nuevo, para ser más fieles al mito: Dios pone a Adam y Eva en el paraíso, los accesorios: plantas, animales, fósiles, millones de galaxias, soles, planetas, vienen incluídos en la creación. Les ordena textualmente (Génesis 1:28) llenar la tierra y someterla, ejercer dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.

Dentro de este mito, los animales son propiedad del hombre. Esto no son palabras antiguas que ya no tengan valor. El catecismo de la iglesia católica (P. III, S. 2, Cap. 2, Art. 7) lo explica en extenso.

p2415. Comienza con una exortación a que usar los recursos minerales, vegetales y animales juiciosamente:

Los animales, como las plantas y los seres inanimados, están por su naturaleza destinados al bien común de la humanidad pasada, presente y futura. El uso de los recursos minerales, vegetales y animales del universo no puede estar divorciado de imperativos morales. El dominio del hombre sobre lo inanimado y sobre los otros seres vivos otorgado por el Creador no es absoluto: está limitado por la preocupación por la calidad de vida de su vecino, incluyendo las generaciones venideras; requiere un respeto religioso por la integridad de la creación.

p2416. Continúa con un recordatorio de por qué hay que tratar con bondad a los animales:

Los animales son criaturas de Dios. Él los rodea con su cuidado providencial. Por su mera existencia le dan bendiciones y gloria. Por lo tanto los hombres les deben tratar con bondad. Debemos recordar la gentileza con la cual santos como San Francisco de Asís o San Filipo Neri trataban a los animales.

p2416. Indica que los animales son comida, vestimenta, herramientas, entretenimiento y material de experimentación:

Dios ha confiado a los animales bajo la administración de aquéllos a quienes creó a su imágen. Por lo tanto es legítimo usar a los animales para comer y vestirse. Pueden ser domesticados para ayudar al hombre en su trabajo y su entretención. La experimentación médica y científica en animales es una práctica moralmente aceptable si permanece dentro de límites aceptables y contribuye a cuidar y salvar vidas humanas.

p2418. Termina advirtiendo no malgastar el dinero en el cuidado de los animales:

Es contrario a la dignidad humana causar que los animales sufran o mueran innecesariamente. Es igualmente indigno gastar dinero en ellos que deba como prioridad ir a aliviar la miseria humana. Uno puede amar a los animales; uno no debe dirigirles el afecto debido solamente a las personas.

Rebelión

Albert Schweitzer cuenta en su biografía (Aus meiner Kindheit und Jugendzeit, 1957) que:

...incluso antes de entrar en la escuela, encontraba incomprensible que en mi plegaria de la mañana supuestamente debía rezar solamente por los seres humanos. Así que en la noche rezaba en secreto una plegaria que inventé yo mismo. Decía así: "Querido Dios, protege y bendice todo lo que respira, cuídalo de todo mal, y permítele dormir en paz".

Algunos piensan que "ser católico" puede ser reemplazado por "ser católico a mi manera". Pero el mito católico es fundamentalmente incompatible con el respeto por los animales, no sólo a nivel superficial. Es fundamentalmente ajeno a los derechos animales porque parte de la premisa de que el hombre es el objetivo de la creación, y los demás animales, incluso los demás primates, son solamente un accesorio.

Las religiones son instituciones de promoción de los intereses (de algunos) humanos, inventadas cientos de años atrás para organizar y someter a pueblos nómades. Los perritos no se van al cielo, tampoco al infierno. Cielo e infierno no les conciernen. Tampoco a nosotros, ni a los demás animales.

Publicado originalmente por ChaTo en Ecosofia.org. Fuentes: Cosmos, Catecismo Católico [vatican.va]. Fotos: BL1961 @ Flickr (CC), Kaptain Kobold @ Flickr (CC).

Cuando el toro era un dios

Extracto de "Beyond the Beef" (Más allá de la Carne) por Jeremy Rifkin:

(Traducción mía, sin permiso del autor, capitalización igual al original.)


En Creta, así como en Sumeria, Egipto, y otras culturas bovinas, el dios toro era sacrificado para que la gente pudiera vivir. La muerte del toro liberaba su "espíritu". Comerse la carne aseguraba que el espíritu pudiera seguir viviendo en los seres humanos.

El toro divino también figuraba prominentemente en la sociedad griega. Dionisio, el dios de la fertilidad, era conocido como el "Toro con cuernos" ["Bull horned"] y el "Hijo de una Vaca". Los griegos adoraban al toro como la encarnación de un dios. En el ritual dionisíaco, los devotos se iban a las montañas en la noche, simbolizando romper las ataduras de la civilización. Los celebrantes, que usaban cuernos de toro, danzaban más y más rápido, azotándose a sí mismos en un frenesí. En el medio de este salvaje abandono físico, se hacía desfilar a un toro por el centro del grupo. Cayendo sobre él, con las manos desnudas, rompían al animal en pedazos, arrancándole la carne, hundiendo sus manos y sus cuerpos en su sangre. Se comían la carne del toro, todavía caliente y cruda, mientras chillaban y saltaban en el aire hasta el primer brillo del amanecer. Creían que consumir al toro los haría como dioses. Ellos y sus tierras eran benditos y santificados en la sangre del bovino.

Los italianos toman su nombre de la palabra "Italia", que significa tierra del ganado. Cuando la gente de la península se unió para resistir el ataque de Roma, peleaban bajo la protección del culto bovino, y como otros de sus tierras, usaban cuernos de toro en la batalla. Los arqueólogos han descubierto monedas del período que muestran al dios toro italiano Marte, el dios de la batalla, al lado de un fiero toro que había "corneado y lanzado por los aires a la loba de Roma".

A mediados del siglo primero después de Cristo, el culto bovino incluso logró entrar en Roma. El culto de Mitra era una amalgama de varias religiones adoradoras de toros que tenían su centro en religiones del Oriente Medio, África del Norte, e incluso del lejano Asia Menor. Mitra era originalmente una antigua divinidad Aria: el dios de la luz. En una época temprana, el dios sol se unió con los cultos bovinos populares de la época. Mitra era conocido como el "señor de las amplias pasturas". Era el que daba la vida, el "dios de la fecundidad". Sabio y puro, este "señor de la luz y la bondad" peleaba contra las oscuras fuerzas del mal. Hacia el final del siglo segundo, el mitraísmo fue declarada una religión oficial en Roma y era mucho más popular que el joven culto cristiano de la época. El culto bovino permeaba virtualmente cada aspecto de la vida romana. Cuando una pareja joven intercambiaba votos de matrimonio en el altar, la novia declaraba "tú eres el toro y yo soy la vaca.".

El gran mito mitraico del degüello ritual del toro era particularmente atractivo para los soldados de las legiones romanas, que lo esparcían a través del imperio. De acuerdo al mito, Mirta recibió la orden divina de sacrificar al dios toro. Después de numerosos fracasos tuvo éxito, y la muerte de la gran bestia-dios es seguida por una serie de milagros:

"Del cuerpo del toro salieron las plantas y las hierbas que los hombres ahora encuentran útiles. Del cordón espinal salió el trigo, el báculo de la vida del hombre, y de la sangre salieron la vid y el vino, el sagrado deleite de la vida."

La fuerza del mal, resentida del nuevo botín conseguido por el hombre, envía a sus demonios a atacar el cadáver. Pero de acuerdo a la leyenda, su asalto a los genitales del toro muerto condujo a otro milagro. La semilla del toro fue liberada, recogida por la luna que ahí engendró todos los animales "útiles" de la tierra, y luego el alma del dios toro ascendió de vuelta a los cielos, donde se convirtió en el guardián de los rebaños.

Los discípulos de la fe mitraica eran bautizados como miembros del culto en días especiales y sagrados. Los creyentes se alineaban en un pozo debajo de un toro. El sacerdote entonces reproducía el mito mitraico, terminando en el sacrificio del animal. Los novicios levantaban sus cabezas hacia el toro moribundo, dejando que la sangre caliente cayera en sus bocas y sobre sus cuerpos. Después de haber sido purificados por la sangre sagrada, a cada uno se le daba de comer una pequeña porción de la "semilla" sacada de los testículos del toro, con lo que aseguraban su inmortalidad en el día del juicio final cuando "el sagrado toro entre los toros vendría a la tierra y Mitra traería de vuelta a la vida a todos los hombres".

La religión mitraica compartía muchos rasgos con la cristiandad, haciendo que los dos fueran poderosos competidores. Ambos cultos creían en la dualidad del bien y el mal. Ambos creían en el cielo y el infierno y en la salvación eterna para aquellos bautizados en la fe. El culto mitriaco podía haber triunfado sobre la cristiandad si el Emperador Constantino no se hubiera convertido al cristianismo. Aún así, los clérigos cristianos se sintieron obligados a expropiar muchos de los ritos mitraicos para obtener mayor popularidad. Conrad [Jack Randolph Conrad, autor de "El cuerno y la espada"] indica que el cristianismo tomó el baño de sangre que limpia el pecado, del culto mitraico, sustituyendo la sangre del Cristo moribundo en lugar de la sangre del toro. La religión cristiana también tomó del culto mitraico el día sagrado del 25 de diciembre, que celebraba el nacimiento del sol, y lo transformó en la fecha de nacimiento del Cristo.

En un coup de grâce [francés en el original] final, los nuevos cultos cristianos transformaron al dios mitraico toro en el nuevo símbolo de la oscuridad. El dios de la religión adversaria se convirtió en el diablo encarnado. En el Concilio de Toledo del año 447, la iglesia publicó la primera descripción oficial del demonio. De acuerdo a los prelados, el demonio es:

"una grande y monstruosa aparición negra con cuernos sobre su cabeza, pezuñas hendidas --o una pezuña hendida-- orejas de burro, pelo, garras, ojos fieros, terribles dientes, un inmenso falo, y olor a azufre".

Fuente: "Beyond the Beef" por Jeremy Rifkin, ed. Plume, 1992. Fotos: mharrasch @ Flickr (CC), Davide Simonetti @ Flickr (CC), Mykl @ Flickr (CC)

Aviso en Phoenix sobre ateísmo

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