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Ser adulto joven

Todos los jóvenes en mayor o menor grado compartimos una forma de ser común caracterizada por grandes ideales y energía para llevarlos a la práctica. Nótese que hablo de ideales, no de ideologías. Los ideales pueden existir con o sin ideologías, como por ejemplo cuando alguien sale de la escuela y quiere trabajar activamente, hacer un trabajo de buena calidad o esforzarse por competir sanamente y alcanzar la excelencia. Todos los ítems anteriores son "ideales" para algún grupo de personas.

El mundo "adulto" por así decirlo, está mucho menos empapado por los ideales. En el plano profesional, por ejemplo, es común encontrarse con compañeros que hicieron la práctica profesional, y comentan acerca de lo flojos, o desorganizados, improductivos entornos de trabajo que encontraron, y cómo los adultos tienden a ser profesionales desgastados, con poco ánimo de innovar e intelectualmente "dormidos", sumidos (sin intenciones panfletarias) en el ser funcionales al sistema, en llevar el paso de la máquina, en echarle para adelante movidos primariamente por el egoísmo y la inercia.

Ahora bien, esos mismos adultos fueron en su ocasión jóvenes idealistas, como tú o yo, que se fueron convirtiendo en lo que son a pesar de que seguramente hicieron planes "no vamos a cambiar", "no nos vamos a vender al sistema", "nos va a importar más la felicidad que el dinero", etc. Y ni tú ni yo tenemos aún la experiencia de qué es lo que pasa que los va convirtiendo. Ojo que me refiero a la EXPERIENCIA no al simple conocimiento.

El desafío de ser adulto-jóven, es, para mí, el desafío de entender como ocurre esa transformación y prepararse para estar dispuestos a hacer las concesiones necesarias sin perder lo fundamental. Está claro que cualquier análisis simplista del tipo "a mi no me va a pasar" no tiene resultados positivos.

Si todos nosotros nos ponemos de acuerdo en fijarnos cómo ocurren los cambios que terminan con gran parte del idealismo y las buenas intenciones, y asumimos el paso al mundo adulto con una perspectiva más inteligente y sensible que nuestros predecesores (nuestros padres), podemos llegar, realmente, a generar cosas mejores para la humanidad.

Está claro que si no le ponemos atención no tiene caso. Está claro también, y esto es lo más importante, que la gente que pierde sus ideales de un mundo mejor, sea de la forma que sea, en general no es tonta, sino que se ve sometida a otras fuerzas y obligaciones que aún no hemos experimentado y por lo tanto no hay ningún indicio de que lo podamos asumir bien.

Excepto tener consciencia de ello, y esa es mi parte al escribir esto, y estar preparado para mantener las conviciones, anhelos y buenos propósitos.

Y esa es tu parte del cuento.